28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El desgaste de Iván Duque

Por Orlando Arenas 

Cuando mi padre pillaba una mentira en uno de mis hermanos, decía que el mentiroso tiene que tener buena memoria para sostener lo que había dicho y esta cita viene ahora al canto, para recordar las críticas muy fuertes del otrora senador Iván Duque contra el presidente Santos: “Los colombianos estamos cansados del desgobierno…. cansados del peor crecimiento de los últimos nueve años…cansados de ver cómo las familias empobrecen…cómo la inflación y la reforma tributaria les quita los recursos…cansados de ver la indolencia. Por eso saldremos a las calles…unidos todos a decir no más…y a defender a Colombia”. 

Estas palabras del entonces senador Iván Duque, hoy presidente, son exactamente iguales a los planteamientos de los críticos del gobierno actual, para convocar al pueblo a que salga a las calles a protestar contra el desgobierno, contra la ya fallida reforma tributaria, contra el empobrecimiento de nuestras gentes y contra un gobierno insensato que pretendió imponerle IVA, aún a las pensiones de jubilación, como si éstas no fueran el ahorro de los trabajadores de Colombia, la devolución de un aporte  hecho por los trabajadores, como lo ha definido la Corte Constitucional, mediante sentencia  C-177/98.  

Sí necesitamos una reforma tributaria, pero que salga de un consenso de las fuerzas políticas, económicas, laborales y sociales ahora en paro, pero una reforma estructural, no un parche doloroso cada que el gobierno, por el despilfarro y la corrupción siente agotadas sus arcas al gastar irresponsablemente para saciar apetitos desmedidos de una clase dirigente que hay que relevar inmediatamente del gobierno y las corporaciones.  

Es tiempo de una agenda pactada con la gente que debe extenderse a un cambio en el modelo económico y social para garantizar salud, empleo, educación y vida, como derechos que no pueden entrar en conflicto, según nuestra constitución y en lo que el Estado ha fracasado reiteradamente hasta la protesta popular de ahora. Hemos elegido a unos gobernantes que traicionan sus promesas gobierno tras gobierno y es la hora del recambio, buscando que la palabra del gobernante vuelva a ser de buena ley y no seguir sufriendo impunemente a gobernantes, siempre mentirosos, especialmente Santos y ahora Duque. Encimarle a esta situación el proyecto de una reforma tributaria y pretender con ella gravar con IVA a las pensiones, fue la gota que desbordó el vaso de la paciencia con el gobierno y el origen de la explosión de la protesta pública, con vandalismo, pero también con represión que le ha costado demasiado a este gobierno, criticado por toda la opinión internacional por sus excesos.  

Tenemos grandes fracasos en la política de vivienda, en la de educación y salud, adoptando modelos externos que han mostrado su ineficiencia en países como Chile, en donde la revuelta popular ha sepultado tales políticas neoliberales que a continuación se implantan en Colombia como los modelos de salud (EPS) y de vivienda (UPAC), que enterraron el patrimonio de nuestras familias por el fracaso del sistema y el éxito de los procesos hipotecarios de los bancos. Las EPS son un retén que drena los recursos de la salud y deja sin con qué atender las necesidades de la gente, la Upac nos dejó un agrio recuerdo, en tanto que, en educación, el legislador no ha desarrollado aún los derechos consagrados en la constitución que nos enorgullece como Estado Social de Derecho, mera fachada de una realidad insultante que no ha podido resolver cobertura, calidad y gratuidad de este servicio público cultural, durante todos los gobiernos. 

Hablar de corrupción en nuestro país es hablar de la justicia, desde las altas cortes hasta el más humilde de los juzgados, de los entes de control, contralorías, fiscalías, procuradurías, que ya un son patrimonio de ladrones, del congreso de Colombia, un órgano de poder que representaba la voz del pueblo y hoy convertido en una cueva de Rolando, del sistema financiero, usurero y ladrón como en ningún otro país del mundo, del sistema de contratación estatal y todo esto ha hecho metástasis, la gente está indignada y Duque tiene la oportunidad de reinventarse poniéndose del lado de la gente, dialogando con ella y convocando a las diferentes fuerzas a trabajar concertadas antes de volver a soltar, sin éxito, una negociación que reconecte al país con sus dirigentes y le construya una vía amplia a sus opositores en el próximo debate electoral. 

Los grandes ladrones de cuello blanco la tienen clara para robarle al erario público sin que tengan que morir en la cárcel, pues roban miles de millones, y si los llegan a procesar, ofrecen colaborar con la justicia, delatan algunos de los cómplices, pagan los mejores abogados para enredar todos los trámites, pagan altas sumas en sobornos a los jueces y algunos cientos de millones como multa para recibir condenas benignas y que les den casa por cárcel.  Todo esto les cuesta un 30% de los valores robados y salen luego a disfrutar de las millonadas que les quedaron. Por eso es que ser pillo paga en este país, el nada edificante lema del gobierno Santos.    

Los dirigentes políticos producen asco y repugnancia en nuestro medio, pero, además, carecen de sensibilidad social y se vuelven aliados del gobernante de turno que les concede tantas dádivas por su respaldo incondicional y así siguen usufructuando los recursos públicos. La gente los conoció pobres y se enriquecen, en pocos años y no existe un sistema de justicia, digno de crédito, que castigue este tipo de delitos execrables contra la sociedad. 

El presidente Uribe tiene una gran responsabilidad, pues luego de sus dos exitosos mandatos, nos regaló a Santos, luego a Duque, que no han interpretado sus principios y el propio Centro Democrático ha sido demolido por algunos de sus integrantes, muchos de ellos grandes y buenos, pero otros obstruyeron sus propósitos, malograron sus objetivos de gobierno en Antioquia y Medellín y ahora es Uribe quien debe enfrentar la construcción de una nueva propuesta política con todos las fuerzas democráticas o esas fuerzas y el propio Centro Democrático verán hundirse la democracia colombiana en el ensayo de los gobiernos izquierdistas radicales que saben lo que tienen que hacer para perpetuarse en el poder, haciendo desaparecer la libre empresa y la libertad de expresión, tal vez lo que merecemos. 

La política tiene que ser asertiva y formularse con grandeza, educando con el ejercicio del poder, pulsando con la gente como le aprendimos a Uribe, defendiendo el Estado y atendiendo a las personas, pero no despilfarrando los recursos como lo hizo Santos y lo viene haciendo Duque, quien ha debido atender un mandato popular contundente contra la corrupción, sin resultados a la vista hasta ahora y las propuestas al electorado deben ser compatibles con la planeación, proporcionadas a los recursos, viables financieramente hablando y cumplidas totalmente, no dilatando como ha sido el caso en la implementación  de medidas que se anuncian, pero no se implementan, como el caso de la vacuna actual que se fue en programación y muy poco en aplicación. 

Las gentes salen a la calle a arengar, con las mismas palabras pronunciadas por Duque, primero contra Santos y que ahora se devuelven contra el gobierno de quien las pronunció, porque a Duque ya no le importa que lo sorprendan mintiendo y, como decía mi papá, el mentiroso tiene que tener buena memoria para no contradecirse.