29 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Contraplano: Todo final es el comienzo de algo

Por Orlando Cadavid Correa 

(ocadavidcorrea@gmail.com)

Por muy mal que lo haya hecho durante su cuatrienio, el presidente Iván Duque Márquez tiene entendido que  el 7 de agosto de 2022, cuando entregue el mando a su sucesor, ingresará automáticamente a la privilegiada élite colombiana de los pensionados millonarios, sin importar la edad.

Como el resto de los mortales, no tendrá que sentarse a esperar que cumpla sus 62 agostos para acceder a la esperada jubilación.

Para entonces, el actual mandatario tendrá unos 46 años y será el emérito más joven del imaginario, hipotético e inoperante club de los ex presidentes de su país, a los que el sardónico doctor López Michelsen solía comparar  “con unos inservibles muebles viejos”.

Volviendo a la futurología del año 2024, mientras se adelantan los acostumbrados preparativos para la transmisión del poder, el tren de funcionarios encargados de manejar ese resorte   diligenciará con rapidez inusual los trámites para que el pupilo del “presidente eterno” quede pensionado de por vida al amanecer del mismísimo 8 de agosto del 2022, cuando se esté estrenando su admisión en el invisible clan de los “ex”.

La mesada del doctor Duque le vendrá con varios ceros a  la derecha, dicha que experimentan cada treinta días sus homólogos Álvaro Uribe Vélez, Juan Manuel Santos Calderón, César Gaviria Trujillo, Ernesto Samper Pizano y Andrés  Pastrana Arango.

Otros ex presidentes que accedieron a la jubilación: Alberto Lleras Camargo, Carlos Lleras Restrepo, Guillermo León Valencia Muñoz, Alfonso López Michelsen, Misael Pastrana Borrero, Julio César Turbay Ayala, Belisario Betancur Cuartas y Virgilio Barco Vargas.

No sabemos si lograron lo mismo los irreconciliables líderes conservadores Mariano Ospina Pérez y Laureano Gómez Castro, así como el  general Gustavo Rojas Pinilla y los cinco miembros de la Junta militar de gobierno que lo relevaron del poder.

 A propósito de las pensiones presidenciales, la ley 48 de 1962 que desempolvó de un viejo archivo el colega  Daladier  Osorio, tomó estas determinaciones hace la friolera de 57 años: “Todo ex presidente de la república tendrá derecho a disfrutar de pensión vitalicia o pensión de vejez, igual al 75 % de su último sueldo mensual, si ha permanecido al servicio del Estado durante 20 años continuos o discontinuos, y si ha  cumplido  60 años de edad”.

“Mientras carezca de cualquiera de estos requisitos, podrá gozar de la pensión especial de ex presidente, la cual se hará en la cuantía de cinco mil pesos mensuales (de esa época), aunque el beneficiario esté en el exterior.

La viuda de ex presidente de la república, mientras permanezca en estado de viudez, gozará de una pensión  de tres mil pesos mensuales, aunque la beneficiaria esté en el exterior”. (Obviamente, los montos han cambiado con el discurrir de los años).

Por estar muy joven todavía, Duque se abstendrá de matricularse en la venerable clase pasiva que en algunas ciudades se dedica a jugar parqués,  dominó o ajedrez con otros amigos pensionaditos.

A la muerte de Belisario, heredó la rica pensión su segunda viuda, la venezolana  Dalita Navarro. La primera cónyuge de don “Bélico”, la paisa Rosa Helena Álvarez, madrugó a irse de este mundo terrenal.

Con los fallecimientos de las ex primeras damas  doña María Cristina Arango de Pastrana y doña Cecilia Caballero de López, “La Niña Ceci”, se esfumaron para siempre las mesadas millonarias de los expresidentes Misael Pastrana y Alfonso López. Se mantiene la de la poetisa Amparo Canal, viuda de Turbay Ayala. A doña Nidia Quintero no le tocó ni un trocito de la torta que dejó servida el siempre encorbatinado padre de sus hijos.

La apostilla: Dichosos dos de los ex presidentes estadounidenses Bill Clinton y Barak Obama, pertenecientes al partido demócrata, que se la pasan, cada uno por su lado, dictando conferencias ante distintos auditorios gringos, a razón de cien mil dólares cada una.