28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El Contraplano: Réquiem por Alonso Parra

Por Orlando Cadavid  Correa

Cuando la tenebrosa pandemia continuaba extendiendo sus tentáculos sobre Nueva York, moría repentinamente de un fulminante ataque cardíaco, mientras dormía en su apartamento de la gran manzana estadounidense, el periodista y abogado caldense Alonso Parra Hincapié.

Su acongojada familia dijo que el coronavirus nada tuvo que ver con su deceso. La aclaración llegó con la triste noticia de su fallecimiento ante las predicciones científicas que le atribuían a N.Y. el funesto título de “nuevo epicentro” del mortal brote epidémico.  

Nacido en Manizales el 26 de agosto de1940, el querido colega y amigo de siempre, que tuvo la muerte del justo, ya trabajaba en los preparativos de su viaje al terruñito amado para celebrar con los suyos un año más de vida, al calor de las botellas del vino chileno “Gato negro”, su favorito. Javier Ríos Ramírez, el impresor en uso de buen retiro, recuerda que sus amigos lo consideramos siempre un tipo espléndido, sin fecha de vencimiento.

Nosotros escribimos sobre uno de sus primeros viajes de Nueva York a Manizales:

El abogado y periodista Alonso Parra Hincapié volvió repentinamente de la babilónica Nueva York a su natal Manizales, después de una larga ausencia. No vino a deshacer sus pasos, ni a desatrasarse de nostalgias. Viajó precipitadamente al funeral de su padre, don Jesús Parra Páez, el viejo roble boyacense que expiró a los 95 años de edad.

Conocimos a Parra cuando era un joven impetuoso, hiperactivo e infatigable amante del buen comer y el buen vestir, así como un invencible cazador de primicias informativas que recibían amplio despliegue en LA PATRIA, El Tiempo, la UPI  y el noticiero “YA” de Transmisora Caldas, donde hacía equipo con  Eucario Bermúdez, José Fernando Corredor, Jairo Castro y el autor de estas remembranzas.

Alonso, reportero de buen olfato noticioso, sabía dónde ponían las garzas. Además de tener excelente voz, era dueño de una estupenda técnica de redacción. Se ufanaba de no haber recibió jamás una rectificación. Por los vuelos cablegráficos de las cuartillas de Parra pasaron en caravana muchos sucesos de su adorada patria chica.

Hombre ambicioso, un día decidió marcharse de su querida aldea cafetera y se radicó en Nueva York, donde se graduó de abogado,  ejercicio que alternaba con la corresponsalía para la Cadena RCN, a la que le brindó muchas noticias internacionales de gran peso. Su bufete de asistente legal estuvo bien  acreditado  hasta el último día de su vida, en la ciudad de los rascacielos.

A propósito: fue apasionado del Derecho y pudo estudiar en la Universidad Cuny de Nueva York, en donde se graduó para dedicarse a su ejercicio en la Gran Manzana. Abrazó la disciplina del Real State (propiedad raíz) y la asesoría a inmigrantes, a quienes asistía en trámites relacionados con nacionalización, expedición de visas y matrimonios. Hacía parte de un pool de abogados latinos que tuvo amplio reconocimiento en esa metrópoli, según recordó el periodista Fabio Arias, “Ari”, uno de sus más cercanos amigos en Manizales.

Nosotros le recordábamos a Alonso, en las tertulias, que  con la  erre se escriben Parra y Corresponsalía…

La apostilla: Enemigo personal del matrimonio, Parra jamás se sintió atraído por ese sacramento. Un día, en el desaparecido café “El Polo”, le  preguntamos por qué no se había casado. Y nos respondió: “La mujer que se case conmigo tiene que estar loca, y yo con una loca no me caso”.