24 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El capitalismo progresista no es un oxímoron

 

Por Joseph E. Stiglitz

The New York Times

A pesar de que registramos las cifras de desempleo más bajas desde finales de la década de los sesenta, la economía estadounidense les está fallando a sus ciudadanos. El salario de alrededor del 90 por ciento de la población se ha estancado o reducido en los últimos treinta años. Quizá esto no nos sorprenda, ya que en Estados Unidos impera el mayor nivel de desigualdad del mundo desarrollado y uno de los niveles más bajos de oportunidad. Dentro de las fronteras de Estados Unidos, el futuro de los jóvenes depende de los ingresos y la educación de sus padres más que en cualquier otro lugar.

Por suerte, no estamos condenados a vivir en esta situación. Existe una alternativa: el capitalismo progresista. Este término no es un oxímoron: sí es posible canalizar el poder del mercado y ponerlo al servicio de la sociedad.

En la década de los ochenta, las “reformas” regulatorias de Ronald Reagan, que disminuyeron la capacidad del gobierno de frenar los excesos del mercado, se nos vendieron como excelentes herramientas para impulsar la economía estadounidense.

Por desgracia, lo que ocurrió fue justo lo contrario: el crecimiento se aletargó, pero lo más extraño fue que esto sucediera en la capital mundial de la innovación. (Lea el análisis).