28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

El abejicidio del glifosato

Guillermo Mejia Mejia

Por Guillermo Mejía

Algunos le atribuyen a Einstein la famosa frase que dice que “la vida sin abejas sería un desastre global; al hombre sólo le quedarían cuatro años de vida. Sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales, ni hombres”. 

La FAO afirma que existen 100 especies de vegetales que proporcionan el 90% de los alimentos del mundo y que de ellos el 71% dependen de la polinización de estos insectos. 

El herbicida glifosato ya no es tan inocuo como se creía antes, sino que, por el contrario, existen estudios serios que afirman que no solo tiene relación con cáncer en personas, sino que también afecta a las abejas como lo sostiene la revista Proceedings, el órgano de la Academia de Ciencias de los Estados Unidos en su publicación del 9 de octubre de 2.018. 

De inmediato la multinacional Bayer, la de la aspirina y del Zyklon B de Auschwitz, propietaria actual de la firma Monsanto, a la que compró por 66 mil millones de dólares, la mayor productora del herbicida, salió a negar la validez del estudio con unos flacos argumentos que no desvirtúan para nada la seriedad de la Academia norteamericana.  

La alarma por la reducción de la población de abejas en el mundo es un hecho corroborado en los países con mayor producción de alimentos, comprobado que su causa es la utilización masiva de herbicidas como el glifosato. 

La aspersión con glifosato estaba suspendida desde el año 2015 y ahora se preparan en los hangares de San José del Guaviare, como si se tratara de una gran batalla contra los peligrosos enjambres de abejas, los aviones Air Tracto y los helicópteros, según le escuché a un general, adaptados con una tecnología de alta precisión que permite que el glifosato solo le caiga a las matas de coca sin tocar otros cultivos, ni molestar a la gente, algo así como los confetis que tiran en las piñatas para alegrar la fiesta. Eso es un insulto a la inteligencia de la gente. 

Al parecer los costos de esta fumigación también saldrán de la reforma tributaria, vía presupuesto nacional, pues el senador demócrata Patrick Leahy, presidente del Comité de Apropiaciones del Senado, ha manifestado que se opondrá a que se usen fondos de los Estados Unidos para financiar las fumigaciones aéreas. 

Siete Relatores de Procedimientos Especiales del Sistema de Naciones Unidas le recordaron al Gobierno Nacional que las fumigaciones con glifosato van en contravía de claras obligaciones internaciones suscritas por Colombia en defensa de la salud, del medio ambiente, de la alimentación, de los niños, de los pueblos indígenas y afrodescendientes y lo peor que sucederá es que le colgarán la lápida a los líderes sociales que defienden la sustitución de cultivos. De inmediato, la brillantísima ministra de relaciones exteriores de Colombia descalificó el llamado de los agentes de la ONU con el contundente argumento de que tales funcionarios internacionales estaban “prejuzgando”. 

Si fuera tan inocuo el glifosato, Colombia no le hubiera tenido que pagar al Ecuador 15 millones de dólares producto de una conciliación ante la Corte Internacional de Justicia, para reparar a las comunidades ecuatorianas habitantes de la zona fronteriza de los dos países, según reza el fallo de este tribunal de fecha 13 de septiembre de 2.013.  

Que se conozca, a ningún funcionario del gobierno Uribe, que ordenó la aspersión que afectó a las comunidades ecuatorianas, se le ha seguido proceso alguno para recuperar ese dinero como lo ordena el artículo 90 constitucional. En este caso, como en el ataque al campamento de las Farc en ese mismo país, la sacamos barata. Por poco nos expulsan de la OEA. 

Mientras tanto el gobierno, con este programa de fumigación con glifosato, no solo va a propiciar que la población de abejas disminuya en miles de hectáreas con evidente perjuicio de los cultivos de pan coger de los que se alimenta la población de esas áreas rurales, sino que será otro ataque frontal al proceso de paz firmado con las Farc-EP, acuerdo declarado exequible por la Corte Constitucional, con fuerza de cosa juzgada, que permite que las comunidades opten por la sustitución de cultivos o por la erradicación manual, pero la verdad es que ha habido más recursos para la fumigación aérea que para la sustitución o si no que lo digan los campesinos de Briceño, Antioquia, a quienes les hicieron conejo con los recursos que les prometieron para erradicar manualmente las matas de coca. 

Mientras tanto, cultivo que se fumigue es cultivo que se trasladará selva adentro desbrozando la vegetación nativa. Los traquetos deben estar felices pues el precio de la cocaína se disparará. 

El gobierno de los pobres: la reforma tributaria en las ciudades y el glifosato en el campo.