14 enero, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Educar para el respeto por la naturaleza 

Claudia Posada

Por Claudia Posada 

Es difícil que desde cualquier ciudad colombina por fuera de Cali, se pueda dimensionar el alcance, para el país y el mundo, de la COP16. Allí hubo representaciones muy significativas de territorios, etnias, comunidades y sectores diversos de la base social, que por primera vez sintieron que fueron protagonistas, oídos, visibilizados; así que sus voces y presencia tuvieron sentido, y como tal, sus historias a partir de ahora tendrán otro derrotero. El 29 de octubre reciente, la Cancillería de Colombia emitió la DECLARACIÓN DE LA COALICIÓN MUNDIAL POR LA PAZ CON LA NATURALEZA: UN LLAMAMIENTO A LA VIDA, la que en cinco páginas concreta once días de análisis, debates, posiciones, decisiones, jornadas de encuentros y hechos de trascendencia incalculable que en el marco de la COP16 marcaron el rumbo que desde Colombia, uno de los países más biodiversos del planeta, sede de la cumbre, al reunir líderes y expertos a nivel global, pudieron intercambiar experiencias y definir metas conjuntas para proteger la biodiversidad. Allí también se revisó “el estado de la implementación del Marco Mundial de Biodiversidad Global Kunming-Montreal, adoptado en la COP15, en diciembre de 2022, en el cual se propuso detener y revertir la pérdida de la naturaleza, que amenaza la supervivencia de más un millón de especies en todo el mundo”. 

Es indiscutible -aunque algunos se empeñen en negarlo- que fue una oportunidad histórica para Colombia el visibilizar ante el mundo el trabajo que se está haciendo para proteger la naturaleza; aunque  internamente  tengamos que pensar cómo es posible la irresponsabilidad en sectores de la sociedad colombina que todavía no toman conciencia de sus acciones; tal es el caso de la deforestación; ésta produce efectos directos a la pérdida de la biodiversidad y hábitats naturales que amenazan la diversidad biológica; los bosques son vitales en la absorción de dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero que impacta en el cambio climático. El deterioro de la cobertura vegetal del suelo, por sus gases efecto invernadero, influye además en la disminución tanto de la fauna como de la flora y degradación del suelo. La DECLARACIÓN DE LA COALICIÓN MUNDIAL POR LA PAZ CON LA NATURALEZA: UN LLAMAMIENTO A LA VIDA, contempla un punto que dice. “Considerando que la educación para el desarrollo sostenible debe estar en el centro de las agendas gubernamentales y educativas de todo el mundo para concienciar sobre la urgente necesidad de actuar y hacer frente a la pérdida de biodiversidad, el cambio climático, la desertificación y la contaminación, y promover modelos de producción y consumo sostenibles. En este contexto, subrayamos el papel clave del mundo académico y de la investigación científica para contribuir a hacer frente a estas crisis”.  Esto es muy alentador como invitación al sector educativo que, de entenderlo y aplicarlo, puede garantizar que en el futuro tendremos generaciones más amigables con el Planeta que nos acoge, porque, desafortunadamente, en la actualidad se hace evidente que mientras más desarrollados son los países, más agreden el medio ambiente.  

La industrialización desmedida, las quemas e incendios forestales, y otros factores causantes de Gases Efecto Invernadero, no se compadecen con la realidad inminente que reclama la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad. Otro de los puntos de la Declaración reafirma que “… el derecho a un medio ambiente limpio, sano y sostenible es un derecho humano y reconocemos que el respeto de este derecho requiere la colaboración y la responsabilidad compartida de todos los sectores de la sociedad”. Cuando ambiciones personales, caprichos individuales, irracionalidad, o compromisos políticos, se cruzan con obligaciones en materia ambiental que son para el bienestar colectivo, pero se dejan de lado tales deberes, se está incumpliendo con respecto a un derecho al que parece que muy poca atención se le está prestando por parte de instancias que, inclusive, tampoco se dan por entendidas frente a la desaparición de lideres ambientales cuyo número crece inmisericorde.