19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Don Mateo Rey

Guillermo Mejia Mejia

Por Guillermo Mejía Mejía (foto) 

Tenía entre mis libros por leer el ejemplar que me regaló Ramón Elejalde Arbeláez en abril de 2.016, con dedicatoria, y que había hojeado pero que pospuse su lectura por dedicarme a otras de carácter jurídico, obligatorias. Se trata de una crónica sobre la barbarie en el occidente antioqueño que una vez comenzada su lectura, en reposo, ya uno no la abandona porque lo que Ramón cuenta allí es verdaderamente espeluznante y lo hace con un rigor histórico que no deja ninguna duda sobre la veracidad de los hechos. Lo lamentable de esta barbarie del paramilitarismo en Antioquia es que se haya desatado a partir de una figura aparentemente inofensiva, cívica, aplaudida, que se llamó Convivir, creada mediante el decreto ley 356 de 1.994 en el gobierno de César Gaviria Trujillo. No se trata de relatar su degeneración en grupos paramilitares y su posterior “desmovilización”, sino en hacer énfasis en que lo que se narra en el libro, concretamente el envío de la Convivir Los Limones al municipio de Frontino a principios del año 1.996, fue obra del secretario de gobierno de Antioquia en ese entonces Pedro Juan Moreno. Era pues la violencia, en su peor manifestación, enviada por el mismo Estado, como después lo reconoció la misma Corte Interamericana de Derechos Humanos: “la estrecha relación de trabajo entre las Fuerzas Militares y las CONVIVIR es lo que permite bajo las circunstancias analizadas dar a los miembros de las Convivir estatus de agentes estatales«. 

En el libro, luego de narrar el secuestro y asesinato de doña Gabriela White de Vélez y el plagio de doña Adela Correa, madre del gobernador, matronas antioqueñas, Ramón enumera 26 casos de secuestros, asesinatos y masacres pero al final de la obra reconoce que “muchas historias se quedaron en los borradores de la investigación. Muchas más no se pudieron verificar por el temor de familiares y testigos a contarlas…” 

Lo que significa que esa violencia ocasionó muchas más víctimas de las que el autor logró verificar con paciencia benedictina a lo largo de tres años de investigación en documentos, pero, en especial, en entrevistas grabadas con los familiares de las víctimas y con testigos que tuvieron el valor de relatar las barbaridades que allí se narran. 

A los que denostan del padre Francisco de Roux, el apóstol de la Comisión de la Verdad, y para los que no gustan de la justicia, reparación y no repetición y también para los que tratan de acabar con la JEP y desconocen los acuerdos de paz de 2.016, les recomiendo leer el libro de Ramón Elejalde para que vean con claridad que fue lo que sucedió a manos de organizaciones paramilitares propiciadas por el mismo Estado y en el caso de la Convivir Los Limones, por la Gobernación de Antioquia por el año de 1.996. 

Recordemos que Colombia suscribió el tratado de Roma que creó la Corte Penal Internacional. Si la JEP y la Comisión de la Verdad no cumplen su cometido, este organismo internacional debe entrar a investigar y castigar a los culpables de tanta barbarie desatada por estas agrupaciones delincuenciales auspiciadas por el Estado colombiano y en ciertas oportunidades entrenadas por mercenarios extranjeros, como fue el caso del israelí Yair Klein, con el beneplácito de las fuerzas armadas. El libro histórico de REA servirá ante el organismo penal internacional como prueba fehaciente de lo que pasó en ese territorio específico del occidente antioqueño y que se repitió a lo largo y ancho del territorio nacional. Recuérdese Mapiripán, El Aro, El Salado, Macayepo y La Gabarra entre tantas otras masacres. 

El libro, además, está escrito en una prosa impecable que lo aleja de una crónica amarillista y que invita a leer con asombro y tristeza tantas aberraciones humanas. 

Así termina Ramón sus tenebrosos relatos: 

“Solo espero que los hechos aquí narrados nunca más se repitan en Colombia. La memoria tiene un límite para albergar tanta ignominia”.