23 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Deslenguado mediocre

carlos alberto

Por Carlos Alberto Ospina M. 

Por regla general, en el ejercicio profesional pocos son los amigos y muchos los enclenques competidores que, en defensa de la posición transitoria, acaban con la honra de un tercero sin medir las consecuencias del acto injurioso; tanto a nivel de imagen propia, como la percepción que se hacen los demás en relación con la exigua “lealtad” del agraviante individuo. El descarado sujeto anda con la puerta de la letrina abierta, lanzando el hedor de sus bajezas.  

En el campo del periodismo hay distintos rebaños de prosaicos, lambones e insípidos sometidos que se abren paso sacudiendo talegos, empeñando electrodomésticos, buscando la cagada del lagarto para conseguir entradas a eventos y pegándose a almuerzos, a punto de ‘encender una vela a Dios y otra al Diablo’. Ese es el cuento, prueban caminar a modo de pavo real, mientras que parecen levitar en medio de falsas adulaciones. Sin duda alguna, personifican a los bufones de la administración de turno. 

El despersonalizado no tiene dignidad, carece de valores éticos y representa todo lo opuesto a los principios morales. Inconsistente de boca, alardea de logros corruptos, intriga, chismosea e inventa circunstancias que tocan el límite de la acción penal. Es tan poquita cosa que su mayor logro de desarrollo intelectual fue culminar la alfabetización de ‘cortar y pegar’ contenidos, obvio, sin dar el respectivo crédito de derechos de autor. 

Al oscuro personaje nunca le escuchará una discusión argumentada, una idea creativa propia o un proyecto que involucre el trabajo en equipo. No soporta los aplausos grupales. Este sicópata del periodismo y la comunicación muere de rabia y de envidia delante de los logros alcanzados en buena lid. Por eso, lesiona la dignidad del otro a base de ofensas inexcusables: “si no es mío, no es de nadie”. El anodino solo merece quedar en evidencia en razón a la contaminada forma de proceder, a sabiendas que está cavando la exclusión del ámbito laboral.  

A simple vista ese es el miedo que obsesiona al protagonista de pacotilla, ser marginado, una vez levantada la máscara de cáscara de huevo. Así que abierto el embrión podrido, ahuyenta a la manada de lobos hambrientos que corren tras la nueva presa. La carnada de desprestigio que quiso exhibir en contra de alguien, por efecto bumerán, choca contra el rostro embustero de aquel que deshonra el oficio. En manada se cree el macho alfa, en cambio, desguarnecido es tan débil que no soportan el conteo de neuronas. ¡Allá él si no se ha salido del closet! Debería imitar a muchos homosexuales que son ejemplo de carácter y personalidad. 

El mediocre deslenguado sufre de piquiña en el momento de atisbar el prestigio, el éxito continuo, la credibilidad, la estabilidad económica, la sintonía y la buena reputación de quien, entró y salió de la universidad, con la cara en alto para profesar el periodismo con base en la verdad, la función social, la lealtad, la integridad moral y la ética; principios esenciales que, el fullero, ni siquiera distingue en los pelos de la nariz.