28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Desde la Rectoría: “No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”

@tecdeantioquia @GobAntioquia

Por Lorenzo Portocarrero Sierra

Rector del Tecnológico de Antioquia

PhD en Administración

Esto es el acabose, solían decir los jóvenes del ayer, cuando llovía a cántaros sobre el pueblo, la tierra se sacudía o los violentos se ensañaban contra la población inerme. Hoy, en medio de este pandemónium en que nos tiene sumidos la enfermedad del Covid 19, abro un espacio de reflexión transitando por el sendero de la esperanza, donde empiezan a aflorar importantes lecciones que nos van a servir para ser mejores personas, buenos ciudadanos, salir fortalecidos y mirar el futuro de un modo diferente.

El mundo, se ha dicho insistentemente, no será el mismo desde ahora. La pandemia, la peor que hemos conocido los actuales habitantes del planeta, es una experiencia única, inédita; una prueba exigente y dolorosa, que tiene a miles de familias con el alma vestida de luto. Pero en medio de esta grave crisis, hay hechos positivos que han surgido de la misma, porque a todo se le debe ver el lado bueno, incluso a lo más complejo o complicado.

Una de las lecciones que nos ha enseñado esta enfermedad infecciosa causada por un nuevo virus, un ser microscópico en forma de corona, el más pequeño de la naturaleza, es la fragilidad y la vulnerabilidad del hombre. Nos ha dejado claro que lo más importante en la vida es la salud y la familia, más que el dinero o bienes terrenales. No en vano Bill Gates, quizá el hombre más adinerado del mundo, dijo que, en situaciones como la presente, todos somos iguales; ricos y pobres estamos expuestos.

Todo ha sido raro, como un sueño o mejor una pesadilla. Estamos viviendo la vida de una manera diferente. Hace pocos días, mirábamos y afrontábamos el día a día desde otras necesidades y expectativas. Nos dimos cuenta que el agua es el recurso más preciado; que los médicos y el personal de sanidad son unos héroes, sobre la necesidad de una sólida estructura de salud pública; que el uso de las TIC y el trabajo en casa es una realidad y una alternativa viable para muchas de las actividades, incluida la educación, con nuevas formas de laborar y estructuras más flexibles; y que la inversión en la ciencia y la educación es mucho más barata y productiva que las armas.

El virus encerró nuestros miedos por varios días, pero nos está abriendo las puertas de la esperanza. La humanidad está tomando un nuevo rumbo. Incluso, la naturaleza ha tenido un respiro, estamos viendo animales en las calles que creíamos extinguidos; las aguas de los ríos y de los mares se han aclarado considerablemente; y los niveles de contaminación de nuestras ciudades han mejorado ostensiblemente, entre otras razones, por la reducción de las actividades industriales y los desplazamientos en autos, barcos y aviones.  Así sea a la fuerza, la enfermedad nos está demostrando que la casa es el mejor refugio. Nos unió más con la familia, con los amigos, compañeros de trabajo y la sociedad en general mediante el uso de las redes sociales que, utilizadas de manera responsable y no con falsos mensajes, han jugado un papel importante en esta crisis.

El Coronavirus ha sacado a flote lo mejor de cada uno de nosotros; valores como la solidaridad, la generosidad y el desprendimiento. La unión hace la fuerza, es un refrán que hemos escuchado toda la vida y se está cumpliendo al pie de la letra. Nos está educando sobre la importancia del autocuidado, aprender a protegernos y a mantener una higiene básica.

Los tiempos y ritmos cambiaron, antes de la pandemia vivíamos a toda prisa, estresados, de afán, todo era para ya. Las carreras, se dice, hay que dejárselas a los atletas. Por eso, debemos dejar de lado tanta ansiedad, preocuparnos por el verdadero sentido de la existencia.

Aprovechar la cuarentena para disfrutar de las cosas sencillas de la vida: leer un buen libro, ver una película divertida, participar de una dinámica de animación, practicar yoga y saborear una comida casera. Dar rienda suelta, como se viene haciendo, a la creatividad, con conciertos desde los balcones, videoconferencias, manualidades, recetas, jardinería y muchas otras iniciativas que han surgido para aplacar la sensación de soledad provocada por el aislamiento. Desarrollar buenas prácticas, pues estamos saturados de información y conviene distraer la mente en otras cosas, entre ellas, las actividades educativas desde otros medios y escenarios.

El mundo vive uno de los momentos más difíciles de su historia, que debemos enfrentar con una mente abierta a los cambios y nuevas dinámicas para alcanzar los objetivos. En lo que concierne al sector educativo, la situación no es menos grave y el Coronavirus le ha planteado enormes retos. El aislamiento preventivo y la obligatoriedad de trabajar en la casa, la sustitución de las clases presenciales por la formación flexible está trazando un experimento en grupo nunca visto, que requiere toda nuestra voluntad, esfuerzo, compromiso y sentido solidario.

En el Tecnológico de Antioquia estamos sorteando de la mejor manera la realidad que nos está tocando vivir. En primera instancia, acatando las directrices de los gobiernos nacional, departamental y municipal en materia de seguridad sanitaria y, particularmente, ante la ausencia física de los alumnos en las aulas de clase, adelantando programas de cualificación y apropiación de TIC, como alternativa para garantizar el calendario académico 2020-1 que, por disposición del Consejo Académico, ha sido ajustado hasta el 21 de junio. De igual forma, se vienen estableciendo algunas estrategias en beneficio de la comunidad educativa, entre ellas una asistencia psicosocial para la protección física y mental de nuestros estudiantes.

En medio de esta situación, reitero, hay razones para la esperanza. Extrañamos a todos los miembros de la comunidad universitaria y, aunque debemos quedarnos en casa, por ahora, es el momento de estar unidos, de estar conectados. Le solicito a los docentes y servidores la comprensión y acompañamiento de los estudiantes, desde las diferentes condiciones y realidades. Esta época, que esperamos sea transitoria para regresar a los bellos espacios del TdeA, es propicia para asumir una serie de reflexiones que permitan tomar las mejores decisiones sociales, económicas e institucionales, desde una premisa, el cuidado por el bien supremo de la humanidad: la vida.

De todas maneras, estamos convencidos de lo que también se afirma, a partir de la sabiduría popular, para atacar al enemigo: “No hay mal que dure cien años ni cuerpo que los resista”.