28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Por Carlos Alberto Ospina M. (foto)

Roto está el cuerpo, fragmentada el alma y en pausa el espíritu de la armonía interior. Imposible no pensar en los años depositados detrás del escritorio o encima del asfalto de tanto caminar las jornadas. Sensaciones neutralizadas y sentimientos de idealización escasos de audacia y rebosados de entusiasmo.

El riguroso tiempo deposita las cuentas en el libro sin retorno. Nada concuerda y todo pasa. Descuidamos lo esencial por ir en busca de la estabilidad económica, el prestigio y el efímero éxito. A veces, abandonamos la sustancia, la naturaleza y el amor, mientras ponemos una venda en los ojos y alucinamos sobre el impredecible futuro.

Escuchamos cifras, resultados y metas comerciales, cuando el arte de la música repiquetea en el mundo exterior. El ritmo es ajeno, ¡lejos del otro!: la familia, los hijos, los amigos y la gente en general; la ciudad, el campo, las frutas frescas y las verduras escaldadas; “el chicharrón de tres patas” y la original sazón vegana; la melodía del sexo y el corazón agitado; los sonidos de la charla cercana y la voz humana; la armonía de un abrazo cierto y el hado de un secreto susurrado al oído. Enfrente del computador, la bodega, la sala de juntas, la cocina, el avión o el almacén, la subsistencia es el dato verificable y el hecho medible que, inquieta el bolsillo, cuando falta, y colecciona recelos a medida que transcurren los años. (Lea la columna).