25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Descontentos prematuramente

Por Claudia Posada

Parece que por fin en Medellín tenemos un Secretario de Movilidad que sabe del tema. Particularmente quiero creer que su experiencia será el insumo más valioso para sumarle al conocimiento, y que le cumplirá a la ciudad con responsabilidad, según su leal saber y entender. Parece, lo dijo él mismo, palabras más palabras menos, que está analizando los diversos aspectos de los componentes técnicos y condiciones sociales, al igual que financieras, de lo que el alcalde Daniel Quintero le encomendó a este doctor en movilidad sostenible; es Carlos Cadena Gaitán, hombre muy reconocido como activista ciudadano, y no es, definitivamente, un secretario de despacho del montón, así que esperamos mucho de él porque la movilidad en la capital de Antioquia es de locos. En esta misma proporción su tarea no será fácil, además porque la Administración actual tiene enemigos evidentes, los mismos que ya mostraron los colmillos y las garras.

Es difícil determinar qué hace más daño a unos bien intencionados deseos de acertar, si la insensatez de la ciudadanía, o el garrote de una oposición envenenada que confundió la descalificación con el disenso, y que presenta los agravios como crítica constructiva. Aceptar la oposición es inherente a las democracias; así que se precisa ponderar las acciones del gobernante, averiguando o interpretando las razones que llevan a tomar decisiones propias del ejecutivo, antes que especular para desconcertar a los ciudadanos haciéndolos pensar que se equivocaron eligiendo de esta o aquella manera, desconociendo que así caen en el mismo populismo criticado; mejor, hacer propuestas que sean coherentes con su ideología o pensamiento político siendo responsables con respecto a unas obligaciones. El control, por lo demás, es una manera de ejercer la oposición, siempre y cuando se fundamente en el interés de propiciar el bienestar ciudadano, no en el de empañar decisiones simplemente por “sacarse el calvo” de una derrota.

Lejos del ambiente cordial que puede y debería reinar en escenarios de confrontación, como lo son las corporaciones públicas, los colombianos observamos discrepancias personales cargadas de señalamientos injuriosos que solamente consiguen confundir a una sociedad con escasísima cultura política, pero muy receptiva a las mentiras escondidas en memes y a toda esa información distorsionada con la que desnutren las redes sociales. En Medellín hay descontento prematuramente. En Colombia desazón.