23 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Desconfianza, crimen y pobreza

Rafael Bravo

Por Rafael Bravo  

Hablar de acabar con el crimen es fácil. Lograrlo es muy difícil. 

Los resultados de las elecciones recientes en Chile, Perú y lo que viene para Colombia son una confirmación de que la ciudadanía ha perdido la confianza en el gobierno, sus instituciones y la clase política tradicional. La región le apuesta a un cambio no importa los riesgos. Unos populistas que prometen ser diferentes en la forma de manejar los recursos, combatir la corrupción para favorecer a los más necesitados y darle un giro radical al modelo económico. 

El populismo de izquierda sostiene que al pueblo lo despojaron de las oportunidades pues las oligarquías aliadas con la clase política se reciclan cada ciclo presidencial. Los poderosos son la clase empresarial, terratenientes, banqueros y hasta los mismos narcos que alimentan a la delincuencia a través del microtráfico. 

El populismo de la derecha ha ido tomando fuerza en el mundo con personajes como Donald Trump, Nayib Bukele en El Salvador, Tayip Erdogan en Turquía y Rodolfo Hernández candidato a la presidencia de Colombia. Son los ‘’outsiders’’ que cuestionan el establecimiento y para quienes el estado está corrompido a favor de la clase política. Reducir el aparato estatal a su mínima expresión para hacerlo más eficiente. Una visión egocéntrica del mundo. 

La gran diferencia se encuentra en la concepción que ambas corrientes tienen del estado. Definitivamente la libertad empresarial y la creación de riqueza son imprescindibles para crecer la economía y el empleo. Privatizar, estatizar y redistribuir en nombre del pueblo sin respetar las instituciones es un salto al vacío. La desigualdad se combate entre otras estrategias atacando la corrupción que se lleva enormes recursos y es un obstáculo para el desarrollo económico. 

Aunque solo el 8 por ciento de la población mundial vive en América Latina y el Caribe, la región contribuye con un tercio de los homicidios del mundo. La delincuencia común se toma ciudades enteras y la inseguridad ciudadana se ha convertido en uno de los azotes de mayor incidencia. La gente ve que la justicia no funciona y el delito si paga. Una y otra vez los delincuentes se salen con la suya pues el sistema judicial es ineficiente cuando no permeado por la corrupción. En consecuencia, los gobiernos se ven obligados a reforzar las fuerzas de policía a costa de la inversión social. 

Es aquí donde la pobreza resulta un factor asociado con el crimen violento y la victimización del individuo que recurre al delito como una forma supervivencia. Asimismo, el homicidio es la principal causa de muertes entre los jóvenes de los 15 a 29 años. No en vano Hamish McRae en su fascinante libro el Mundo en 2050 (The World in 2050) llama a Latino América ‘’la capital mundial de los homicidios’’. 

Además de la clase política, una de las instituciones con menor credibilidad en la región es la policía. La ciudadanía tiene muy poca fe en la fuerza encargada de velar por el orden y preservación de la vida, honra y bienes. Dramático que un 63 por ciento de los encuestados afirmen tener ‘’poco o nada’’ de confianza en la policía. Todo lo contrario, a la opinión que sus pares depositan en países desarrollados. 

Según los resultados que muestra el gráfico, Venezuela y México se destacan por la baja confianza de la gente en sus fuerzas de policía. El grado de descomposición en ambos países ilustra claramente la percepción negativa que se tiene de ese organismo. Uruguay se destaca por la respeto y certidumbre. Muy seguramente los bajos salarios pagados a estos servidores aunado a las mafias del narcotráfico con su poder de intimidación han minado la confianza ciudadana. Cuando la sal se corrompe…

Confianza en la policía en América Latina