18 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Desarrollo humano en la era del antropoceno: Unidad de hombre y planeta para el bien común

Por Enrique E. Batista J., Ph. D. (foto) https://paideianueva.blogspot.com/ 

Vivimos un mundo signado por la desigualdad, la pobreza y la posesión de las riquezas materiales y culturales en manos de muy pocos: Alguna forma de desarrollo humano pleno para muy pocos y necesidades básicas insatisfechas para muchos. 

El desarrollo humano se ha adjetivado de varias maneras: Desarrollo humano integral, desarrollo humano sostenible, desarrollo humano y social, entre otros. Para el análisis y la formulación de adecuadas políticas públicas se ha desarrollado una variedad de índices, empezando con el que se centra en la esperanza de vida al nacer que tiene cada población, el nivel educativo medio alcanzado por los habitantes y el poder adquisitivo global medido por el producto interno bruto. Esta concepción, que con frecuencia se invoca como modelo de desarrollo, se topa con el claro recelo de que se puede medir la riqueza de las naciones y, a la vez, ocultar los altos niveles de pobreza y la rampante inequidad en el acceso a la alimentación, a la salud, a la educación, a la seguridad social y a un trabajo digno y estable. 

Se han desarrollado índices alternativos para ir más allá, para incluir componentes sociales, consideraciones ambientales, indicadores del bienestar de los niños, adultos de la tercera edad, personas con discapacidades, grupos minoritarios y poblaciones indígenas. 

Ante la depredación de los recursos del planeta no se puede pasar por alto el grave deterioro ambiental que afecta el desarrollo humano y el bienestar colectivo. Así, las Naciones Unidas han desarrollado el Índice Global de la Economía Verde, el cual incluye en sus consideraciones a los recursos naturales, la riqueza inclusiva, agua, emisión de gas de invernadero, energía y clima, uso de la tierra y huella ecológica, contaminación ambiental, áreas protegidas, comercio verde, inequidad de género, años de escolaridad, cobertura en pensiones, y acceso a servicios básicos. (https://rb.gy/rnxxns). Las universidades de Yale y Columbia desarrollaron el Índice de Desempeño Ambiental (https://rb.gy/vuad1q) que categoriza a 180 países en salud ambiental y vitalidad del ecosistema (Véase: https://rb.gy/6dt11y). 

A mediados de diciembre de 2020 el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD dio a conocer su trigésimo Informe “Sobre Desarrollo Humano 2020: La próxima frontera. El Desarrollo Humano y el Antropoceno” (https://rb.gy/6dt11y; el lector la puede obtener aquí una versión abreviada en español: https://rb.gy/npzq2q. Como un elemento resaltante de este Informe se expresa la consideración de que no estamos en el período geológico del holoceno, el cual empezó hace 12.000 años, sino en el Antropoceno, en el que se deshace la distinción entre la gente y el planeta. La edad del Antropoceno se sostiene, es la era de los humanos con el poder de reimaginar y reconstruir nuestro mundo, escoger la justicia, aumentar el bienestar colectivo y la sostenibilidad, lejos del foco instrumental centrado en el objetivo del crecimiento económico. 

La pandemia del coronavirus puso el futuro en perspectiva y ha amenazado con revertir los avances en el desarrollo humano, poniendo en evidencia nuestras debilidades en los ámbitos sociales, económicos y políticos. Este Informe sustenta la hipótesis de que la capacidad de actuación y el empoderamiento de las personas permiten impulsar las medidas necesarias para que vivamos en equilibrio con el planeta y en un mundo más justo. Se manifiesta que los humanos nos hemos convertido en la fuerza dominante que afecta a los procesos claves del planeta, provocando una desestabilización de los sistemas de los que depende la supervivencia de todos. Por ello, se precisan grandes transformaciones en nuestras formas de vivir, trabajar y cooperar. 

El Informe del PNUD se divide en tres partes: I: Replantear el Desarrollo Humano para el Antropoceno, II: Actuar en favor del cambio y III. Explorar Nuevos Parámetros. Resaltamos aquí algunos de sus contenidos. 

El concepto de Antropoceno nos lleva a replantear acciones y pensamientos centrados en el medio ambiente y en la sostenibilidad. Nos convoca también a reconocer que hay un conjunto grande de variables con efectos importantes que resultan de los procesos subyacentes de cambios planetarios impulsados por presiones humanas. En el Antropoceno el desarrollo humano pone a las personas en el centro como agentes que evitan llevar a los siempre interdependientes sistemas social y ecológico a una zona de peligro; personas formadas con empoderamiento que permite conducir a todos a reconocer que la humanidad es parte de un sistema mucho más amplio de una red de conexiones que incluye a todos los seres vivos. 

Se enfatiza en el Informe la importancia de la educación y se identifican acciones que se pueden adelantar en la sociedad, incluyendo cambios en las normas y el empoderamiento a las personas para actuar sobre sus valores. La educación desempeña un papel más que el instrumental que se observa en la cotidianidad de las escuelas. Su propósito es transformador a través de la exposición a un conjunto amplio de valores fundamentado en su potencial para la promoción del pensamiento crítico que permite lograr que la gente sea políticamente consciente y activa. Entre sus fines está, mediante la formación en valores para el desarrollo sostenible, formar para superar la prevalencia del conjunto de normas sociales que van en detrimento del planeta. 

La educación para el desarrollo sostenible ayuda a desarrollar conocimientos bien fundados, habilidades y soluciones técnicas. Permanece como un reto que las escuelas se conviertan en «laboratorios vivientes» para poder empoderar a los estudiantes, en los campos cognitivos y afectivos, con el fin solidario de desatar una agenda de acciones planetarias para el bienestar colectivo. 

El Informe del PNUD 2020 sobre El desarrollo humano y el Antropoceno modificó el modelo meditivo que empleó antes y generó un nuevo índice de desarrollo humano bajo la consideración de que, si el desarrollo humano es dinámico, así lo tiene que ser su medición. Por eso, ajustó tanto la concepción como los indicadores de desarrollo humano incorporando las denominadas presiones planetarias. 

En la medición de la calidad del desarrollo humano, el PNUD consideró en su modificado Índice un conjunto ampliado de variables, destacamos aquí las siguientes: Calidad de la salud (médicos por 10.000 habitantes, camas hospitalarias, esperanza de salud perdida), calidad de la educación (tasa de alumno – maestro en primaria, formación de los maestros en primaria, escuelas con acceso a Internet, puntajes en lectura, matemática y ciencias en la prueba PISA) y calidad del estándar de vida (empleos vulnerables, población rural con acceso a electricidad, población con agua potable, población con servicios sanitarios adecuados). Se incluyeron varios indicadores de inequidad entre ellos el de ingresos monetarios y el de género (tasa de mortalidad materna, partos por cada 1000 mujeres entre 15 y 19 años, escaños por sexo en el parlamento, participación de las mujeres en la fuerza laboral, población por sexo con algún grado de educación secundaria). A esas variables se agregaron con sus respectivos indicadores: emisiones de CO2 per cápita y huellas de materiales per cápita. Toda la reconceptualización tuvo en cuenta logros en tres dimensiones del desarrollo humano: larga y saludable vida, educación (conocimientos) y un estándar decente de vida. (El detalle preciso del modelo meditivo se puede consultar en https://rb.gy/6dt11y

Entre 189, los cinco primeros países con muy alto desarrollo en el nuevo Índice fueron: Noruega, Irlanda, Suiza, Hong Kong e Islandia. Otros países en esta categoría, con sus puestos entre paréntesis, son: Canadá (16), Estados Unidos, (17), Chile (43), Argentina (46), Uruguay (55), Panamá (57), Costa Rica (62). Entre los países de Latinoamérica clasificados con desarrollo humano alto están: Cuba (70), México (74), Perú (79), Colombia (83), Brasil (84), Ecuador (86), República Dominicana (88), Paraguay (103), Bolivia (110) y Venezuela (113). China ocupó el puesto 85 en esta categoría. En desarrollo humano medio se encuentran: El Salvador (124), Guatemala (127), Nicaragua (128) y Honduras (132). Por su parte, Haití (170) fue el único país de la región en la categoría de bajo desarrollo humano. 

El calentamiento global es un hecho, la depredación del planeta es constante y agravada día a día. No habrá desarrollo humano posible que permita el bienestar colectivo de todos si seguimos atropellando al planeta y condenando a todas las especies vivas y, con ellas, a nosotros mismos a la extinción.