
Por Enrique E. Batista J., Ph. D.
https://paideianueva.blogspot.com/ ºº
Un repaso general primero. Internet surgió, en 1969, como un proyecto militar de los Estados Unidos en mitad de la Guerra Fría. El proyecto se llamó ARPANET. De ese contexto militar se extendió al modelo comunicativo que conocemos hoy. Internet no es lo mismo que la Web, ya que esta es uno de los tantos servicios, como las redes sociales, el correo electrónico, videoconferencias, almacenamiento en la Nube y otros, que operan sobre Internet.
The Economist ha publicado recientemente un informe especial; en uno de sus capítulos, se formula la pregunta si la IA está matando a la Web, y si fuese así, ¿quién podrá salvarla? La Web, aparte de haberse convertido en un recurso esencialísimo para el conjunto de la humanidad, es en sí misma un repositorio de infinidad de negocios en los que se acrecientan día a día las ganancias de las grandes empresas tecnológicas, entre las que se resalta la bien conocida empresa Google. (El lector puede encontrar el artículo completo aquí: https://shorturl.at/qrZ89).
La IA ha cambiado el contexto de la búsqueda de información. Ella toma la intención y el contexto, integra en las respuestas varias fuentes, y presenta contenidos que no se centran sólo en las palabras claves de la búsqueda. (https://shorturl.at/QrZLY).
Pero, donde ha habido tanta ganancia de por medio, surgieron competencias entre compañías informáticas que, mediante diversas estrategias de marketing, buscan posicionar en la Web una marca por encima de otras. Abundan los casos de compras y recompras de plataformas y de sitios web, así como también la quiebra y desaparición de algunas que fueron, en su momento, de alta visibilidad, como lo fue el navegador Netscape; también se puede ilustrar otro ejemplo con Wikipedia, un trabajo colaborativo de circulación de información en la Web que, con su éxito y acceso libre, eliminó a la que en su momento fue la predominante Enciclopedia Encarta.
Se señala en el artículo de The Economist que desde el surgimiento del ChatGPT, de la compañía Open AI, se ha producido una sacudida en el mundo económico asentado en Internet. Se destaca ahí que la muerte de la Web ha sido anunciada antes por los avances en redes sociales y con la proliferación de apps de amplio acceso. Ahora, desde hace tres años, con los chatbots de IA, se ha marcado una preferencia para utilizarlos por encima de los buscadores de información. Se estima ahora que la principal amenaza a existencia de la Web son los avances en IA por sus efectos en el acceso a información consolidada y relevante para una variedad amplísima de proyectos cotidianos o de otros avanzados en diversos campos científicos y sociales.
Se ha abandonado en buena parte la navegación con los motores de búsqueda para acceder a información veraz y pertinente. Las búsquedas tradicionales en el primer semestre de este año cayeron en un 5%, lo cual para las compañías que venden publicidad y datos de los suscriptores, significa pérdida de ingresos. The Economist señala que los productores de contenido están reclamando nuevas maneras para que las compañías les paguen por la información sobre las cuales tiene derechos morales y patrimoniales como autores. Se ha hecho evidente que las preferencias de acceso a la información se han movido hacia búsquedas con AI.
Google y otras plataformas de búsqueda de información han agregado un componente de IA. Las grandes empresas tecnológicas, para no perder su porción de altos ingresos económicos, han realizado fuertes inversiones en desarrollos de IA para acceso al público en general y para una variedad amplia de plataformas especializadas. En 2025, se estima que la inversión será de 320.000 millones de dólares. Algunas de ellas, han realizado inversiones, en millones de dólares, así: Alphabet (Google) más de 100.000; Amazon, 80.000; Microsoft, 80.000; Meta, 65.000. (https://shorturl.at/lIUG1). El desarrollo de un modelo de IA de bajo costo, llamado «Deepseek», en la China, para rivalizar con las compañías de Estados Unidos, se ha estimado, según Bloomberg, que tuvo una inversión de 1300 millones de USD como costo directo inicial, aunque la inversión para mantener y operar el modelo es sustancialmente mayor. (https://shorturl.at/f4Zgx).
Como es bien sabido, con los distintos mecanismos que se utilizan en los sitios web y en plataformas diferentes radicadas en Internet, se monetiza la navegación en línea mediante diversas formas de comercialización, entre ellas la venta de los datos personales que se entregan al cibernavegar, con el pensamiento de que todo es gratuito, cuando en realidad quien busca información en la Web, o emplea otros servicios de Internet, es convertido en un producto que genera pingües ganancias. Así, Google, y otros en la Web, no son simples e inocuos buscadores, son empresas recorridas de voracidad monetaria, en donde cada persona se convierte en una mercancía.
Google «ha conseguido tejer un entramado de vías de ingresos basados en gran medida en los servicios de publicidad que consigue facturar a las empresas para que los usuarios veamos sus anuncios. De esta forma, Google consiguió facturar alrededor de 282.800 millones de dólares y conseguir un beneficio de 60.000 millones de dólares». El 10% de los ingresos de la compañía proceden de los anuncios en YouTube. Conviene recordar una máxima del negocio de los gigantes tecnológicos en la Web: «Cuando el producto es gratis, el cliente eres tú»; es decir, que Google consigue ingresos de empresas gracias al uso que hacemos los particulares de sus servicios». No hay nada gratis en la Web.(https://shorturl.at/kZwYy).
Como se puede observar, el negocio del acceso y circulación de la información sigue siendo boyante, aunque algunas de las plataformas puedan tener una reducción en el número de visitantes en búsqueda de acceso a información relevante. Desde el lanzamiento del ChatGPT en 2022, el número de aplicativos y de desarrollos de plataformas de IA llega a cientos.
Desde el punto de vista de sus derechos, los productores de contenido señalan que su creación ha sido robada. En medio de disputas legales, muchos productores de contenidos han llegado a licencias de acuerdo con nombres tan reconocidos como el Wall Street Journal, el New York Post y The New York Times. Muchas otras demandas y arreglos están en curso.
Para la supervivencia de la web, se espera que quienes controlan y se benefician económicamente con plataformas de IA, compartan sus ingresos con las personas u organizaciones que crean los contenidos. Como es evidente, tales plataformas dependen de la información disponibles en la Web y en otros espacios abiertos de Internet; de ahí, el reclamo mencionado y los juicios civiles que los dueños de contenido han emprendido contra los que han desarrollado los medios tecnológicos para acceder a información mediante IA.
Muy recientemente, más de una veintena de destacados investigadores de IA que trabajaban con OpenAI, Meta y Google, se unieron a una nueva compañía destacando que la IA no tiene como objetivo central crear una «superinteligencia», ni automatizar el trabajo administrativo, sino que, entre otros fines más altruistas, se deben impulsar descubrimientos y avances científicos para el bienestar humano. «Silicon Valley es intelectualmente perezoso al describir el futuro de los grandes modelos lingüísticos», resaltó el director de la nueva empresa «Periodic Lab». Esta empresa tiene como plan central: «construir laboratorios donde los robots realicen experimentos físicos para llegar a nuevos descubrimientos, a la vez que mientras aprenden y tiene una mejora continua». (https://shorturl.at/SUXRj, https://shorturl.at/aDx6w).
En ese contexto de priorización de los avances científicos, se puede resaltar que en septiembre de 2025 se dio a conocer la creación con IA del primer virus artificial capaz de compartir combatir superbacterias, lo que abre horizontes prometedores en la lucha contra infecciones resistentes a los antibióticos; con la debida consideración a los factores éticos, se espera que este tipo de desarrollo de virus terapéuticos sirvan para tratar un amplio grupo de enfermedades. (https://shorturl.at/CUI3a).
Las personas deben reconocer que los chatbots de IA generan información falsa o inventan muchas otras. Esto se ha denominado «alucinación», la que se ha encontrado que varía entre 3% y 48%; en lo relativo a referencias de páginas en la Web, la cifra está alrededor del 35%. O sea, una de cada tres respuestas puede ser falsa o inventada por el chatbot; la cifra en agosto de 2024 era del 18%; un año después llegó al doble. (https://tinyurl.com/mry3dupx, https://tinyurl.com/5n7df835).
Aparte de la posible percepción distorsionada de sobre los usos y valía de la IA, esta va más allá de la búsqueda de contenidos; no es un desarrollo tecnológico para sustituir la Web, aunque la ha cambiado de manera significativa. Por ahora, no desaparece; por ahora.
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