19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Democracia del cambio 

Julian Vasquez

@IDEA_Antioquia 

Por Julián Santiago Vásquez Roldán 

Cuenta la historia que en 1284 la ciudad alemana de Hamelín padecía el acecho de todo tipo de plagas. Ante tal realidad la ciudadanía airada reclamó ante una clase política que no encontraba soluciones. Sin embargo, en medio del caos apareció un extraño que prometió acabar con todos los males padecidos y así lo logró, pero, al no recibir el pago esperado por atender un problema de esta magnitud el extraño salvador se llevó todos los niños de la ciudad condenando a Hamelín a una tristeza absoluta. Hamelín entendió que cumplir las promesas es importante. 

En Chile, el rechazo en las urnas este 4 de septiembre a la propuesta de reforma constitucional fue contundente: cerca de 62 de cada 100, de los cerca de 13 millones de chilenos que acudieron a la cita votaron NO. Muchos son los análisis que puede suscitar el resultado de este domingo; estos van desde la manipulación de las masas por parte de los promotores del No, hasta el fracaso anticipado de un gobierno que no muestra contundencia con la delincuencia, que enfrenta incrementos de los precios (inflación) y en especial que no logra convencer de que su programa de gobierno es viable. Desde el foro de Sao Paulo a la fecha se ha promovido en el contexto internacional y local una apuesta decidida por gobiernos del cambio. Estos gobiernos son los abanderados de las grandes transformaciones sociales, económicas y políticas no solo en el país
ámbito de actuación sino en referentes para otras naciones que están transcurriendo o desean hacer ese tránsito. 

Vale la pena preguntarse cómo es posible que en tan pocos meses como presidente chileno Boric (inició gobierno en marzo de 2022) obtenga una derrota tan representativa en las urnas. Gabriel Boric (36 años), abogado, líder estudiantil de izquierda, referente en las históricas protestas del movimiento estudiantil de su país. Su propuesta de gobierno estableció sus bases en la lucha social. En este sentido, leyó las tendencias, deseos y sueños de la población asociadas al trabajo decente, el feminismo, la crisis climática, la descentralización en favor de las regiones más apartadas, los derechos sociales, entre otras. Por su parte, en lo que se refiere al recaudo de impuestos asumió posturas marcadas en eliminar exenciones, crear impuestos a la riqueza y más impuestos al capital. 

Todo lo anterior por supuesto, acompañado de un discurso elocuente afincado en promesas en muchos casos incumplibles y con el acompañamiento del fervor popular y estudiantil que reclama de nuevos liderazgos que dejen de mentir, que entiendan la realidad de la población, sus necesidades y que en especial tengan la capacidad de superar el límite de la promesa y conviertan en realidades los sueños que por muchos años han visto aplazados. En otras palabras, la ciudadanía reclama un extraño, como en Hamelín, que acabe las plagas que acechan la población. 

Particularmente, quiero pensar que más allá de cualquier debate que pueda plantearse, el triunfo del NO en Chile reciente es la muestra de una ciudadanía que en términos de cultura política sigue madurando y que reconoce que los gobernantes deben dar el paso de la teoría y las promesas incumplibles a resolver las necesidades más sentidas de la población. Sin resolver estas problemáticas, será complejo que la población mantenga la confianza en gobernantes que en campaña excedieron el tope de promesas y hoy tienen unas cuentas por pagar que difícilmente cumplirán. Es claro que múltiples indicadores reflejan que Chile ha tenido grandes avances en materia económica e incluso social durante las últimas décadas, sin embargo, no logró cerrar brechas en términos de inclusión, equidad y oportunidades para el acceso al bienestar generalizado de la población. 

Al presidente Boric le queda el congreso para establecer diálogos, lograr acuerdos y buscar la aprobación de una reforma constitucional que le permita cumplir su promesa de justicia social. A los colombianos nos quedan reflexiones y en especial caminos por recorrer que en ningún caso deberían dar lugar a creer en flautistas de Hamelín. Colombia debe cerrar brechas en múltiples frentes: servicios públicos, salud, educación, vivienda, entre otros. Eso solo será posible en la medida en que se genere estabilidad jurídica y tributaria para la inversión, se favorezca la generación de empleo y el pago de impuestos para que el gobierno pueda ejecutar la política social. 

Debemos ser conscientes que favorecer el cierre de brechas implica recursos y por tanto, todos tenemos que ayudar, hay que pagar impuestos, eliminar algunas exenciones, reducir evasión y combatir la ilegalidad. 

La garantía del fracaso del país es el cambio por el cambio, estamos a tiempo de actuar para lograr tres objetivos deseados estabilidad jurídica, mejorar el recaudo de impuestos y favorecer la equidad.