5 noviembre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

De Murillo a Sarabia 

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Claudia Posada

Por Claudia Posada 

Con excepciones que representan idoneidad, como el Canciller Murillo, la Ministra del ambiente Susana Muhamad, o el de defensa Iván Velásquez, el gabinete del presidente Gustavo Petro no se ha distinguido precisamente por ser de lujo; además, algunos de los nombrados allí para hacer parte del equipo de los más cercanos colaboradores del gobernante, han sido rotados o separados de sus cargos con frecuencia poco usual e inconveniente; pero peor aún, varios son ineficientes, algunos, pocos por fortuna, corruptos, y otros desleales (un defecto imperdonable, innoble y perverso). En resumen, al presidente le ha tocado soportar una oposición bastante desconocedora de su razón de ser, y a funcionarios incompetentes que parece no le han servido de mucho para posicionarse como todo mandatario quisiera, empezando por su vicepresidenta. 

Los aparatos burocráticos de todo mandatario -local, regional o nacional- para la primera línea de apoyo, deberían ser muy calificados para el cargo que les asignan; sin embargo, como los mismos gobernantes son en un gran porcentaje los menos capaces, sus gabinetes están conformados por candidatos de la lista sugerida -o impuesta- por sus “patrocinadores”, y obviamente por sus amigos de campaña (o de siempre) sin que necesariamente sean los más idóneos.  Esta debilidad es bastante común en municipios pequeños en donde quizá no puede pedirse más -por diversas razones- pero por igual en las grandes capitales se observa que, en la misma medida en la que en el ámbito nacional se ha ido rebajando la talla ministerial, los más solventes en conocimientos van escaseando. 

Miremos un caso en particular que ha dado para muchas especulaciones: Laura Sarabia, quien entrará en los próximos días a reemplazar al Canciller Gilberto Murillo. Desde el mismo momento en el que reventó el escandalo de unos audios entre ella y el cuestionado político que hasta ese momento era su jefe, Armando Benedetti, y a quien la señora Sarabia sirvió como su asistente personal por varios años, se convirtió en una de las figuras públicas más sonada. De la preparación académica de Laura Sarabia muy poco se sabe, de su trayectoria nada distinto a sus buenos oficios como mano derecha del presidente Gustavo Petro desde el primer cargo público que ostentó como Jefe de Gabinete. Sin embargo, suena y truena muchísimo entre la opinión y en medios de comunicación, aunque no sea usuaria frecuente de las redes sociales. A manera de sondeo empírico, no con la técnica que solamente los inscritos como empresas acreditadas para realizar encuestas de opinión, nos pusimos en la tarea de sondear conceptos personales entre quienes se mueven en el ámbito político, sin ser políticos de oficio. El resultado es cómo se le percibe: Para algunos es de habilidades ventajosas a la hora de hablarle al oído del presidente, es decir, con poder de influencia; para muchos es una “escaladora” que tal vez le aprendió bastante a su mentor Benedetti; para los más, su falta de experiencia en lo que mueve al mundo políticamente, no se compadece con un cargo que requiere conocer e interpretar debidamente la información intrínseca  en la diversidad de ideologías y posturas propias de cada país, como materia prima para unas buenas relaciones internacionales; así otros, sin embargo,  consideren que fortalezas como la prudencia e inteligencia que le caracterizan, le serán valiosas armas para defenderse en el cargo que, dicen, en todo caso contará con el consejo permanente de Gustavo Petro. De todas maneras, hay quienes piensan que sobre la marcha se le medirá el aceite cuando se encuentre de frente con decisiones de profundo calado porque el mundo convulsiona ante múltiples conflictos que exigen el talante que, aunque Colombia tampoco es fácil de manejar debió a tantísimos conflictos, requiere muy alto vuelo. Compararla con el Canciller Murillo, quien ha demostrado criterio propio para distanciarse de lo argumentado por el presidente y lo ha manifestado cuando le ha tocado, no tiene sentido. Son dos personalidades de formación y experiencias muy distintas.