Martínez no es el primer fiscal que se ve a gatas para conservar la legitimidad en medio de escándalos vergonzosos. ¿Qué hay detrás de esos escándalos?
Por Farid Samir Benavides*
Razón Pública.
La Fiscalía General de la Nación fue creada por la Constitución de 1991 como un modo de hacer frente a los graves problemas criminales que tenía —y que sigue teniendo—Colombia.
Los miembros de la Asamblea Constituyente pensaron en una institución fuerte y unificada para dejar atrás los problemas de los viejos juzgados de instrucción criminal. Si bien existía una Dirección de Instrucción Criminal, esta no tenía el poder que se entregó a la Fiscalía.
La Constitución le dio amplios poderes a la Fiscalía y por eso se esperaba que quienes la dirigieran contarían con los méritos profesionales y morales necesarios para llevar a cabo las tareas delicadas que se les habían confiado.
Y por supuesto se esperaba que esta persona tuviera el más alto nivel de independencia y de transparencia, alejado de consideraciones políticas o de la sombra de grandes intereses privados.
Pero una serie de las actuaciones de los fiscales generales a lo largo de los años ha echado sombras sobre la institución.(Lea el análisis).
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