
Por Oscar Domínguez G.
El poeta Darío Jaramillo Agudelo ha vivido tanto que puede bailar en una sola pata. Y eso que “Historia de una pasión”, su autobiografía por entregas, no se agotó nunca ni se vendió en edición pirata en el semáforo. Es una delicia de texto que está capando reedición. Anda en busca de lectores. Si la buena poesía sabe a algo rico, la de Jaramillo nos recuerda los pandequesos y chorizos de Santa Rosa, su frío terruño.
El premio de poesía León de Greiff (EAFIT-EPM) que le entregaron la noche del viernes en la apertura de la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín, es un buen pretexto para volver sobre el libro de 63 páginas. En el acto, Jaramillo Agudelo confesó que de haber sido miembro del jurado que le otorgó la distinción, se lo habría dado a Juan Manuel Roca o a Rómulo Bustos.
Al agradecer el premio no se dejó venir con ninguna pieza oratoria para la posteridad. “Para salir de esto”, dijo en medio de las risas del respetable que se dio cita en el Parque Explora, leyó dos poemas: Poema de Amor III y Razones del ausente. Y hasta luego el amigo.
Sus amigos de hace 70 años, incluidos bachilleres de san Ignacio de 1965 le entregaron placa en reconocimiento a su vida y obra. Uno de ellos, Alfredo de los Ríos, siquiatra y sicoterapeuta, le anticipó copa de helado para estos días, siguiendo un rito establecido. Y otro de sus contemporáneos, Gustavo Molina, excónsul en Estocolmo, le deseó que le den el premio Nobel de Literatura, que “casi” se gana el poeta León de Greiff. Al panida le faltó promoción. Sostuvo Molina.
Sin ínfulas, en tono menor pero con la exigencia y sapiencia de quien ha hecho de la escritura no un oficio sino una pasión (son sus palabras), el exsubgerente cultural del Banco de la República, monópodo (perdió un pie al pisar una bomba que no era para él), va desgranando su vida y milagros. Y de paso, sin proponérselo, el sectario hincha del poderoso DIM, va revelando claves de su destino, “ese oficio solitario (escribir) que se agota en sí mismo porque dentro de él está el placer que entrega. El placer de la imagen, de la historia que nace dentro de ti y se apodera de tu mano para volverse palabras”.
Debe su vocación literaria a las tempranas lecturas que le hacía su padre, don Alfonso. Así empieza el libro: “En uno de mis recuerdos infantiles más remotos, yo tengo cuatro o cinco años. Mi padre me lee de un libro. Un texto maravilloso sobre la muralla china”.
Su padre, comerciante y excongresista conservad0r, avaló en su moment la versión de su vástago único. Cuenta que como viajaba frecuentemente de Santa Rosa a Medellín a surtir de mercancía su almacén, también compraba “todo libro, cartilla o revista a colores con motivos infantiles que encontraba, para jugar con Darío”.
Como vio que a su hijo le gustaba más la literatura que el sueño le aconsejó estudiar otra cosa porque “en Colombia el que escribe para comer, ni come ni escribe”. Obediente, el poeta se inscribió en ingeniería civil, pero terminó de doctor en derecho y economía de la Javeriana, en Bogotá. Solucionado el “modus comiendi”.
La primera parte de su autobiografía va hasta mayo del 87. En ella confiesa que prefiere “asumir la pasión de escribir como una afiebrada y regocijante actividad no profesional”. Lo dice el autor del mejor poema escrito en Colombia, y casi ganador del “Rómulo Gallego” de novela.
En sus confesiones se niega a admitir que haya escrito “obra” pero notifica que seguirá garrapateando cuartillas “mientras siga teniendo a la gente que amo… No me parece esencial que Baudelaire los escuche (sus poemas), pero si de entrometido lo hace, quisiera que también le gustaran”.
ENTREVISTA
Alguna vez me respondió estas inquietudes:
– ¿Primer recuerdo que tiene de niño?
– Que, alguien, no sé quién, me enseña a hacer el nudo de los zapatos.
– ¿Primer recuerdo que tiene de Bogotá?
– El barrio La Merced
– ¿Por qué vino a dar a Bogotá?
– Porque quería salirme de la casa.
– ¿Lo bueno, lo malo y lo feo de la ciudad?
– Lo bueno, el clima, lo malo, el tamaño, lo feo, la zona industrial.
– La séptima tiene una influencia especial en su vida: estudió en la Séptima (Javeriana), trabajó en la Séptima (Banco de la República), y ha vivido en la Séptima…
– Es cierto pero es puro azar. No me lo propuse.
– ¿De qué material están hechos los poetas santarrosanos como usted?
– Ni idea.
– ¿Quién lo metió en el camino de la poesía?
– Tal vez mi padre, pero no tuvo la culpa.
– ¿Que tiene del Jaramillo y qué del Agudelo?
– De Jaramillo el amor a las palabras. De Agudelo el amor al silencio.
– ¿Mejor consejo que ha oído?
– Mejor cállese.
– ¿Mejor consejo que ha dado?
– Mejor cállese.
– Paisano de Barba Jacob, Rogelio Echavarría: ¿con semejantes paisanos es más fácil ser poeta?
– Nunca es fácil ser poeta.
– ¿Propósito que siempre se ha hecho y que no ha cumplido?
– Ir a Machu Pichu
– ¿Cosas que se le han quedado entre el tintero?
– No lo sé
– ¿De qué le gustaría morir?
– De repente y dormido.
– ¿Cree en el más allá?
– Sí
– ¿Qué piensa del más acá?
– El más acá no lo entiendo.
– ¿Fue traumático el tránsito de Santa Rosa y Medellín a Bogotá?
– No.
– ¿Volvería a vivir en Santa Rosa? ¿En Medellín?
– Si puedo, quiero morirme en Bogotá, pero no descarto nada.
– De sus profesiones lícitas conocidas (abogado-economista, poeta, escritor, editor, reseñista…) con cual se identifica más?
– Poeta.
– Si cambiara de profesión ¿cuál le gustaría ejercer?
– Algún oficio con las manos, como la carpintería.
– ¿Mientras más conoce a los hombres más quiere a su mascota?
– Sí, aunque no tengo mascota.
– ¿Qué ha aprendido de su perro (o gato)?
– No tengo ni ropa ni toga.
– ¿Objetos que siempre lleva consigo?
– Las llaves.
– ¿Le ha pasado algo que le cambió la vida?
– Sí, cuando me amputaron el pie derecho.
– ¿Está preparado para envejecer?
– Sí.
– ¿La virtud y el defecto que le gustaría tener?
Tocar algún instrumento musical. Eso vale para virtud y para defecto.
– ¿El fracaso más creativo que ha tenido?
– No lo sé.
– ¿Lo que más le gusta regalar?
– Libros
– ¿Lo que detesta que le regalen?
– Adornos para la casa.
– ¿Qué día de la semana le gusta más?
– El sábado y el domingo que son un solo día.
– ¿Con qué amigo o amiga de infancia le gustaría reencontrarse?
– Con uno que se murió hace mucho, que se llamaba Pedro.
– ¿Libro que desearía haber escrito?
– No se me ocurre ninguno. De los que más me gustan prefiero ser lo que soy: lector.
– ¿Disfruta a cabalidad de lo que tiene?
– Sí.
– ¿Sigue a pie juntillas las sugerencias de su horóscopo?
– No.
– ¿Es más lo que sabe o lo que desconoce de usted?
– Lo que desconozco, que es casi todo.
– ¿La habilidad manual que le gustaría tener?
– La el mago.
– ¿Persona que más admira?
– Francisco de Asís.
–
– ¿En quién le gustaría reencarnar?
– En un gato.
– ¿Se sometería al detector de mentiras?
– Sí.
– ¿De los años que tiene, cuál le ha gustado más?
– Este.
– ¿Su plato favorito?
– Huevo frito con arroz.
– ¿Se sale fácilmente de casillas?
– ¿Cómo se atreve a preguntarme eso?
– ¿De qué se arrepiente?
– De haber contado de qué me arrepiento.
– ¿Primer libro que leyó?
– Aladino y la lámpara maravillosa.
– ¿Libro que está leyendo?
– El libro de desasosiego de Fernando Pessoa en la nueva edición de Pre-Textos
– ¿Quién le gustaría haber sido?
– Un anónimo monje budista del Tibet.
– ¿Qué es un amigo?
– Alguien en quién confiar.
– ¿Persona que más ha influido en usted?
– No lo sé.
– ¿Qué le gustaría olvidar?
– Se me olvidó.
– ¿Por qué desea que lo recuerden?
Preferiría ser olvidado.

Pie de Foto: Darío Jaramillo Agudelo, derecha, y algunos de sus amigos bachilleres del 65 del colegio de San Ignacio,en la entrega del premio León de Greiff de poesía que coincidió con la apertura de la Fiesta del Libro y la Cultura de Medellín.
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