23 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónicas con olor a gladiolos (14): El cura que tentó a Brigitte Bardot 

Por Oscar Domínguez G. 

Ya es historia patria que hace 30 años, el 24 de noviembre de 1992, el padre Rafael García-Herreros seguía desde su lecho de enfermo, por televisión, el frugalísimo banquete en el que al principio se servía caldo y pan. Como todo ha subido, el menú ha evolucionado a vino y pan. 

Pues bien, mientras transcurría el acto, el presbítero eudista terminó su camino a Itaca y entregó sus días al que reparte dones. Tenía 83 años. 

Le avisaron por teléfono al padre Diego al Salón Rojo del Tequendama. De inmediato, el curita dio la noticia del fallecimiento “urbi et orbi”, hubo silencio mudo y estupor en los tendidos, algunas lágrimas decoraron cachetes y se guardó un ruidoso minuto de silencio. 

Pero como sucede en los circos, el espectáculo-banquete tenía que continuar. La solidaridad no da espera. 

Esta noche se celebró la versión 62 del banquete, en el mismo lugar, el Salón Rojo del Hotel Tequendama, pero con distinta gente. 

En matemáticas teológicas, un rico más son miles de pobres menos. Esa ha sido, en el fondo, la fórmula del Banquete del Millón. 

Los eudistas llevan décadas metiéndoles la mano al bolsillo a los colombianos sin que los metan a la cárcel. Ven un rico epulón susceptible de aligerar de denarios y entran en trance, levitan. 

El padre Rafael y su sucesor, el yarumaleño padre Diego Jaramillo, hijo de Gabriel y Carmen Julia Cuartas, han patrocinado la proliferación de mecenas criollos que pueden pasar por el ojo de una aguja, y salvarse, gracias a su generosidad, llamada en la nueva jerga “responsabilidad social empresarial”. 

En su improvisación de esta noche, el padre Diego calculó en 200 mil el número de viviendas entregadas desde 1956.  Los recaudos del banquete serán destinados a los damnificados de La Mojana. 

Los donantes, que no dan puntada sin dedal, tienen claro que “a Jehová presta el que da al pobre” (Proverbios). 

Un minuto de décadas 

En Colombia, un minuto de silencio nunca dura sesenta segundos. En promedio, 50 segundos dura el Minuto de Dios, tal vez el programa más viejo de la televisión mundial. Es breve y certero. Por eso no empalaga.  De los años transmitidos, García Herreros lo dirigió 37 cuando le cedió los trastos a su delfín Diego Jaramillo. 

En ese largo tiempo el programa de televisión solo ha tenido dos presentadores que por milagro del patrono san Juan Eudes, no fatigan al televidente: su creador el padre García-Herreros, y su sucesor, el padre Diego, modelo 32, nacido en Yarumal, Antioquia, terruño del creador del Himno Antioqueño, Epifanio Mejía, de Cano, el gran pintor, y del contralmirante Rubén Piedrahita, uno de los quíntuples que sucedió al defenestrado Rojas Pinilla. 

Y siguen las exclusividades: desde que millones de sesentones nos conocemos, el patrocinador del programa ha sido Azúcar Manuelita “que refina el mejor azúcar del país”, según la cuña que reza el propio presentador del espacio. 

La casa por la ventana 

Los curitas Rafael y Diego y sus colegas “no andan según la carne, sino según el espíritu” (Romanos 8,4). 

Desde siempre, las reinas que compiten en Cartagena, vienen a Bogotá a cargar ladrillo en la pasarela Minuto de Dios. Este año no fue la excepción porque Raimundo Angulo, mandamás del concurso de belleza, dio el visto bueno, el “nihil obstat”. 

La de las más bellas de Macondo es la única carne que se ve en el banquete. (Generalmente, la gente sale de allí a comer a otra parte). 

Según ha recordado Angulo, la idea del Banquete surgió de una charla entre su madre, doña Tera, y el curita cucutoche cuando trabajó en Cartagena en sus inicios. 

La idea de los banquetes se la iluminó al padre García-Herreros el Espíritu Santo. Éste a su vez, se inspiró en los banquetes que hacían los políticos en el salón Rojo del Hotel Tequendama. 

Toda la película está en el libro “El banquete del millón”, que contiene los discursos que pronunció su fundador en cada uno de ellos. 

La colección de libros que recuerdan la obra del padre Rafael ha estado a cargo del padre Diego, quien es de los que se agacha y se le cae un libro. Ha escrito más de 100, incluido uno titulado “Yarumal, mi pueblo y mi gente”. Así mantiene el polo a tierra con su terruño. 

La mujer que sabía amar 

García-Herreros, un relacionista público de la madona, solía invitar personalidades al banquete. Una vez le echó los perros a la actriz Brigitte Bardot, cuando ni siquiera figuraba en los planes de la diva dedicarse a la defensa de los visones y otras especies en extinción que visten a sus colegas del jet set. 

BB dijo “oui” con una bella carta en la que le dejó claro al padre Rafael: “No me creo una pecadora sino una mujer del mundo moderno. Sé amar. Es todo. Todos tienen derecho a servir al hombre. Eso no es privilegio de los santos”. 

Al futuro santo Rafael – si pasa el cedazo – le dieron su baculazo por invitar a la diva de “… y Dios creó la mujer”.  Finalmente, como Dios a veces hace las cosas mal, la Bardot se abstuvo de venir. 

El padre que abandonó la pasarela es Siervo de Dios, pero no tiene afán, ni padrinos en el Vaticano. Sin prisa, el padre Diego y su gente impulsan la causa, en los tiempos libres que le deja su participación en las mañanas en la Emisora del Minuto. Y en todo lo relacionado con la Fundación que preside. 

Es un relajado programa en el que nunca muere nadie. Y si muere, lo hizo hace dos mil y pico de años. Me refiero a Jesús el Galileo. 

El memorioso y nonagenarios padre “Minutico” de Dios Jaramillo es posiblemente el colombiano más conocido como que todas las noches, en tiempo triple A, antes de los “morticieros” de televisión, tira línea teológica que termina con la frase tal vez más conocida: “Dios mío, en tus manos colocamos este día que ya pasó y la noche que llega”. (Nota sometida a latonería y pintura).  

Pie de foto: Un buen día, Iván Darío Gil Bolívar (derecha), dibujante yarumaleño paisano del padre Diego Jaramillo, se salió del cuero, viajó a Bogotá, hizo el mural de cara más grande del mundo, y regresó a su base en Medellín feliz de haberle dedicado 60 metros cuadrados de arte al padre Rafael Garcia-Herreros. En la foto, el día de la inauguración en la Plazoleta del Minuto.