26 junio, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 895 del maestro Gardeazábal: Estamos de malas

Gardeazabal

@eljodario

Como nos fuimos acostumbrando a que todo se trastoque, nada parece asombrar al colombiano de hoy. Como también hemos aprendido a acomodarnos, hundimos la posibilidad de protestar.

Nada, ni nadie por fuerte, cruel o dañino parece hacernos mella. Y, lo que es peor, nos auto inhabilitamos para averiguar y corregir las causas de lo que nos pasa.

En los últimos días tres acontecimientos me han tenido pensando en hasta donde ha llegado el colombiano del común a aguantarse el maremágnum que nos consume y no asombrarse, castrando su capacidad de reacción.

El primero, hace tres semanas el Ingenio La Cabaña, la factoría azucarera situada más al sur del valle geográfico del rio Cauca, se acogió a la ley de insolvencia. Nadie dijo nada y los dizques defensores de la propiedad privada y del orden establecido enmudecieron. Ese complejo azucarero es la primera víctima del cáncer de las invasiones de tierras por las organizaciones indígenas. La falta de tierras disminuyó su producción y el silencio abismal de sus dueños y de los otros productores de azúcar los llevaron a sobre endeudarse ilusamente hasta la insolvencia.

El segundo, hace una semana el grupo Gillinsky hizo saber que va a vender por áreas de producción a Nutresa, revalorizando al triple la inversión que hicieron al comprarla en bolsa a los aristócratas señores del GEA.

¿Por qué no se les ocurrió hacer lo mismo a sus antiguos dueños si el negocio estaba ahí, pulpito? ¿Será que a los paisas les faltó imaginación o sobró la ineptitud en sus administradores?

Y tercero, desde la noche del sábado el Banco de Colombia, curiosamente el banco de los mismos del GEA, se enredó en las espuelas mientras hacía una actualización de sus sistemas y paralizó o volvió intermitentes sus servicios on line por casi 72 horas. Nadie se asombró. Nos acomodamos y, si mucho, estarán diciendo, como usa hacerlo la señora vicepresidente, que en Bancolombia estaban de malas.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.