14 octubre, 2025

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 796 del maestro Gardeazábal: el clan

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@eljodario

El grueso de los colombianos que no se han tirado un pedo en un potrero no alcanzan a medir el crecimiento y el poder del Clan del Golfo, bautizado a la fuerza por los discípulos del Pentágono cuando primero fue apenas “Los urabeños” y hasta hace poco firmaba como Autodefensas Gaitanistas de Colombia.

Para los habitantes de 18 de los 32 departamentos que tiene Colombia, el Clan no existe o son inventos del gobierno bogotano para poder seguir ganando más dinero con los contratos de la guerra.

Pero para los 14 departamentos restantes, donde se siente el poder y la economía de sus estructuras, hay un convencimiento casi general que si el gobierno sigue estigmatizando al Clan, en Colombia no encontrarán nunca la solución a sus conflictos. Y lo afirman porque de acuerdo a las agencias de inteligencia que le copian a los gringos, el Clan domina 101.781 hectáreas de coca contra 74.267 que explota el Estado Mayor Central, donde Mordizco les cogió ventaja a los otros comandantes, y las escasas 5.555 hectáreas que le quedan al ELN.

Independiente de la precisión de esas cifras, el Clan produce, exporta y gobierna en el Catatumbo, las sabanas costeñas, el norte de Antioquia, Nariño y la costa Pacífica, donde hay muchos centros urbanos poblados mientras que Mordizco y los suyos lo hacen todavía entre las selvas y los territorios despoblados.

Como el Clan no  ha llegado a Bogotá, el país  equivocado no le da importancia y como es un híbrido entre paramilitarismo y guerrilla y a sus jefes no los entrevistan los medios bogotanos, songo sorongo se han ido apoderando del país haciéndose respetar a las buenas o a las malas, con crueldad o con astucia, usando todas las variables posibles para enriquecerse y aumentar su poder. No ha valido ni la operación Agamenón, ni la captura de Úsuga o últimamente la de Atilio porque mientras no los reconozcan como lo que verdaderamente son, ni los entenderán ni podrán negociar o, mucho menos, derrotarlos.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.