20 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 574 del maestro Gardeazábal: el Machín

@eljodario

En los últimos días ha vuelto a hablarse del volcán Machin. La gran mayoría de los colombianos no conoce la existencia de este volcán, situado en el municipio de Cajamarca, Tolima y con solo 2.300 metros de altura.

Los estudios hechos durante los últimos años por el Servicio Geológico Colombiano les ha permitido indicar que esta montaña aparentemente apagada es del tipo de volcanes explosivos y que su última erupción fue hace 800 años.

Visto desde los satélites, se entiende la magnitud volcánica que debió haber tenido pues la circunferencia de su cráter alcanza casi los 4 kilómetros de diámetro y dentro de él, con el paso del tiempo, han ido surgiendo un par de domos, que hasta hace poco sirvieron para algunos cultivos de arracacha.

Por dos o tres pequeñas fisuras en esos domos, hoy repletos de bosque, se cuelan gases sulfurosos, pero en ningún momento, gracias al constante monitoreo, se puede decir que haya amenazado con registrar una explosión eruptiva.

Sin embargo, como ya nos pasó el descuido que se tuvo con el Ruiz, esta semana, al registrarse nuevos sismos en inmediaciones del Machín, algunas autoridades dieron el primer paso a la prevención y volvieron público un mapa en donde se establecen no solo  los riesgos sino las rutas de evacuación. Por supuesto los generadores de pánico, que han encontrado un nicho ideal en Youtube, hablan con estruendo de los daños y alcances que podrían producirse si llegara a estallar después de 800 años y del efecto que podría tener sobre ciudades con muchos habitantes como Ibagué y Armenia.

Nadie empero habla del trauma que una erupción tendría sobre la carretera que pasa por La Línea y, en especial, sobre el túnel que la atraviesa. Tendríamos que estar muy de malas los colombianos que al magno lio que se ha formado con la carretera de Popayán a Pasto, tuviéramos este en La Línea, que es vital para la vida social y económica del país.

maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.

Y que todo esto nos fuera a tocar con Petro presidente, quien demoró 15 días para entender las gravísimas consecuencias del derrumbe en Rosas.