@eljodario
El mismo dÃa, 6 de diciembre, dos duros de la polÃtica internacional, el expresidente de los Estados Unidos Donald Trump y la expresidente de la Argentina Cristina Fernández de K, fueron sancionados por la justicia de cada uno de sus paÃses.
El tremebundo expresidente gringo lo fue indirectamente, se sancionó a su empresa, la otrora poderosa Organización Trump, de haber efectuado durante 15 años fraude al fisco de los Estados Unidos.
La actual vicepresidente de la Argentina fue condenada por el mismo delito de evasión fiscal pero en materia penal y se hizo atribuible una pena de 6 años.
El proceso del atorrante republicano habÃa comenzado cuando ejercÃa la presidencia y tomó forma cuando terminó su mandato. El de la señora de Kitchner se puede decir que comenzó con una acusación de la entonces diputada Lilita Carrió cuando ella y su marido ejercÃan al unÃsono como pareja presidencial turnándose en el poder.
El de Trump duró menos de un año. El de la señora Fernández, 3 años y medio. La coincidencia de penas y delitos es mayor cuando se adicionan actitudes y consecuencias. Con esta condena, Trump ve aguar más aún su pretendida carrera como candidato presidencial de los republicanos y, en especial, porque el dÃa anterior habÃa perdido la elección de su candidato en la supletoria de Georgia, acumulando una imagen de derrotado desde cuando los suyos perdieron en muchos estados y apenas si lograron una pingue ventaja en la Cámara.
Para la viuda de Néstor Kitchner esta condena, asà sea apelada a una y otra Corte, como lo permiten las leyes argentinas, es un baldado de agua frÃa para el sector de la Cámpora Peronista, que la tenÃan como su candidata en las elecciones del año entrante.
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Para los dos, empero, es una posibilidad más de no mostrar vergüenza y de achacar a persecuciones polÃticas los juicios a los que han sido sometidos. Pero ante la opinión de sus paÃses y la lupa universal, han terminado siendo reconocidos como unos hábiles timadores.


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