28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 54 del enchuspado maestro Gardeazábal: Vecinos pelietas

@eljodario

El avance de la peste en el Meta y Amazonas. El casi millar de presos contagiados del corona virus 19. La tensión en los hogares donde ya escasea la comida. El malestar que no se puede configurar por la falta de trabajo y de actividades económicas tradicionales, todo, y mucho más, ha conseguido que la situación con Venezuela no se destaque ni se pretenda tan siquiera criticar.

Como miles de venezolanos huyendo de la peste en Ecuador y Perú y aburridos aquí en Colombia volvieron a llenar carreteras con sus maletas al hombro y a obligar al alcalde de Cali a financiar  decenas de buses para llevarlos hasta la frontera.

Como todo eso está pasando y aquí nadie se inmuta, las acusaciones virulentas del presidente del país vecino contra los gobernantes colombianos, ni eco se les ha hecho. Pero las cosas están llegando a un punto que pueden llevarnos a lo que menos podríamos tener en estos momentos como fuera un enfrentamiento militar.

Entendemos históricamente que cuando en Venezuela se protege y da cabida a las fuerzas guerrilleras colombianas tanto del ELN como de las antiguas FARC, en nuestro país los gobernantes de Bogotá y los generales de la nación se hagan los de la vista gorda con los campos de entrenamiento de las ilusas fuerzas antichavistas, impulsadas por los nietos de los cubanos de Miami que fracasaron en Bahía Cochinos.

Pero que desde ese punto se desconozcan las acusaciones virulentas de Maduro contra Duque por el dizque financiamiento de los presuntos grupos invasores, es entrar en una escalada peligrosa que pese a la peste y al estado de postración económica en que se encuentran los dos países, podría llegar a convertirse de peleas de vecinas bochinchosas en una guerra absurda.

Haber permitido la actuación y financiación en Barranquilla de exgenerales antichavistas y sus compinches.

Haberse hecho los cegatones tanto oficiales del Ejército como de la Policía que rigen en Atlántico, Magdalena y Guajira frente a esas actuaciones militaristas y, de repeso, haber permitido por acción u omisión de la Armada que las lanchas de guerra parqueadas en el Vichada en el lado colombiano del rio Meta se fueran arrastradas por la corriente hacia la otra orilla, hace crecer la comedia bufa pero no disminuye la peligrosidad de lo que ocurre.

El panorama empeora más si admitimos que para enfrentar a Venezuela como vecinos pelietas tenemos un Ejército fracturado, acusado semanalmente de actuaciones impúdicas.

Tenemos una Policía cuestionada por las asustadurías desde el Director hasta la patrulla de carreteras. Y, sobre todo, tenemos una armada bellamente uniformada, cuidando unas chatarras que todavía flotan pero incapaz de amarrar bien unas lanchas en la orilla.

Somos Colombia y así y todo seguimos creyendo en que aquí puede pasar de todo y finalmente no va a pasar nada.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal