@eljodario
El 20 de noviembre comienza el mundial de fútbol en Qatar. Como recorderis a quienes van a visitar ese país durante su desarrollo, el embajador de Qatar ante la Fifa, un antiguo jugador de fútbol Kharid Salman, dió declaraciones a la radio alemana donde advirtió lo que se temía: que para las autoridades de ese país el homosexualismo es un haram (pecado) y un daño de la mente y como tal se han redactado las normas legales que rigen en Qatar para castigar a quien ejerza las relaciones sexuales con personas del mismo sexo. Más aún, para seguramente curarse en salud, dijo textualmente “Qatar tolerará a los visitantes homosexuales, pero tienen que aceptar nuestras normas”.
Unos días antes la Duma Soviética, a petición expresa del presidente Vladimir Putin aprobó una ley que enmienda la antigua ley antihomosexual para los menores de edad, la universaliza en edades y sexo y prohíbe también todo lo que se considere propaganda que la propicie.
En tal condición en la Rusia de Putin se prohibirán las obras de teatro, cine, novelas, poemas o escritos que propicien las relaciones sexuales no tradicionales. También se castigará penalmente toda acción que estimule a los adolescentes al cambio de sexo o a la pedofilia.
En otras palabras, el mundo pareciera empezar a dar un giro en la manera como aceptó, toleró y sobre todo desmitificó la mariquería universal después de la segunda guerra mundial. En Rusia, como en los países árabes, esa tolerancia y actitud humana hacia los homosexuales se la unifica y desprecia como elemento representativo de la cultura occidental.
No se sabe todavía hasta dónde llegará la arremetida contra los maricas en el resto del mundo o en los países que hacen frontera con la cultura occidental.
Pero como los fenómenos de masas se riegan o se combaten por estos días a través de las redes resulta muy extraño que contra la prohibición rusa nadie se haya levantado (acaso de miedo a la bomba atómica de Putin) y que contra la normatividad árabe haya sido la humillación ante los mahometanos la que reemplazó la furia maricona universal del orgullo gay.
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