16 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 530 del maestro Gardeazábal: el tejemaneje de los Ardila

@eljodario 

Cuando se dijo al presentarse la Petroreforma tributaria que las gaseosas serían sancionadas con un impuesto que desfavoreciera su consumo entre todos los colombianos de todas las clases sociales, la serenidad del ministro de Hacienda estaba cerca de la impavidez y parecía que poco o nada le importaba la cascada que afectaría la alimentación de millones de trabajadores.  

Lo que personalmente sí me extrañó era que Ocampo Gaviria fuese tan defensor de esa carga a las gaseosas cuando él, por su madre doña Tulita Gaviria, pertenecía de alguna manera al mundo de las gaseosas pues ella era hija del fundador de Gaseosas Lux y su hermana, la tía del ministro, era la mamá de los hijos de Carlos Ardila Lulle, el transformador del negocio del azúcar y de las gaseosas en Colombia. 

Pensé para mis adentros cuánta razón tenían los abuelos cuando nos enseñaban que no hay cuña que aprete más que la del mismo palo. Hace unos días, cuando después de muchos ires y venires la directora de Asocaña y los lobistas azucareros se resignaron al impuesto, así fuera copiado de Inglaterra (donde un hijo de Ardila, primo hermano de José Antonio Ocampo, estuvo los últimos años de embajador de Colombia), el ministro volvió a enfatizar diciendo que a más del impuesto a las gaseosas se incluía uno igual para los refrescos fabricados con edulcorantes ultraprocesados, reafirmé mis tesis sobre la cuña del mismo palo.  

En otras palabras, que si los fabricantes de gaseosas defendían su clientela y les ofrecerían refrescos endulzados con algo distinto al azúcar estarían pagando el mismo impuesto.  Ayer, empero, cuando se dio a conocer la ponencia definitiva, el ministro cambió de criterio y excluyó de la sobretasa impositiva a los edulcorantes y le dejó toda la carga a pagar al azúcar.  

La medida tiene un mal sabor porque los 2 ingenios azucareros de los Ardila que fabrican gaseosas escaparán del efecto negativo al dulce ofreciendo refrescos con edulcorantes y los otros 10, que no son gaseosos, asumirán sin defensa el impuesto y sus consecuencias.  

Todos sospechamos cuál clase de tejemanejes impolutos se movieron. 

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal. 

Pero favorecer a unos poderosos exclusivos para joder a otros menos poderosos excluídos, suena a injusticia y a ética resquebrajada.