19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica #501 del maestro Gardeazábal: una patada en el culo 

@eljodario 

La actitud del gobierno Petro de no apoyar la candidatura del exministro de Salud del presidente Duque para que ocupe la dirección de la Organización Panamericana de la Salud, echa por la borda las buenas maneras que se estilaban en Colombia, aún en medio del fragor de las contiendas políticas, y pone a flotar como corcho que va y viene el ánimo de concertación que debería existir entre los que tuvieron el poder y los que ahora se estrenan ensayándolo.  

Muchos colombianos nos dimos cuenta durante el período de la pandemia, en donde se pasó de la improvisación a la metodología productiva, que la doctora Corcho, que ahora funge de ministra de Salud tuvo públicas y radicales diferencias con el gobierno Duque y en especial con el ministro Fernando Ruiz Gómez.  

Varias de ellas fueron sin duda alguna sustentadas y en más de una oportunidad coincidíamos con quienes criticaban la manera como se manejaba la pandemia cual gallina ciega. Pero que esas diferencias personales, abundantes entre médicos, pero nada destacables en una mujer que ejerce la curación de enfermos como profesión, hayan llevado al gobierno del señor Petro a negarle apoyo en el ámbito internacional a quien había sido presentado candidato oficialmente por el estado colombiano (que no por el gobierno como lo confunde con suavidad de corcho la ministra), suena muy pero muy maluco. Y, lo que puede ser peor, es el aviso de que la patria no está por encima de los partidos y que la venganza se yergue, una vez más, como la herramienta preferida de los poderosos.  

Ejercer el gobierno para vengar malos tratos, si los hubo, o diferencias conceptuales, o para satisfacer íntimas frustraciones de personalidad no corregidas ni siquiera profesando la medicina, hace ver lo pequeñita que ha resultado ser la ministra y lo vengativo que ha terminado actuando el gobierno del cambio.  

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.

Si se tratara de un acto irrelevante, que no tuviera repercusiones para el reconocimiento internacional del país, hasta podría minimizarse a la hora de grandes logros, pero hacerlo con los antecedentes del enfrentamiento no perdonado entre la ministra y su antecesor se parece más, por lo grotesco, a una patada en el culo a Colombia que un desaire a un exministro.