28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 46 del maestro Gardeazabal # 46: Los cóndores

@eljodario

Cuando hace 50 años me senté en mi helado cubículo de la entonces recién construida Ciudad Universitaria de Torobajo en Pasto a escribir mi novela “Cóndores no entierran todos los días” nunca creí ni pretendí que esos cóndores fuesen a volar tan alto.

No me demoré mucho escribiéndola, apenas 6 o 7 meses y cuando la tuve lista la mandé por el correo aéreo de Avianca a participar en el Premio Manacor de novela corta cuyo jurado lo presidía el premio nobel guatemalteco Miguel Angel Asturias, quien gozaba de gran prestigio y respeto en España. La feché, como lo pueden testificar los miles, tal vez millones de lectores que ha tenido ese libro, en Torobajo,1971.

Esta tarde allí, en Torobajo  en el vigoroso edificio que reemplazó el que albergaba mi frio cubículo de 1970,el rector de la Universidad de Nariño, Carlos Solarte Portilla, descubrirá una placa para” recordar a las generaciones futuras” que siendo yo profesor de esa Universidad escribí los Cóndores que por medio siglo han volado tan alto que la generosidad de los lectores y de la crítica le abrieron nicho para seguirla leyendo, editando, analizando y usando como herramienta histórica para entender tanto en Colombia como en universidades extranjeras el triste episodio de La Violencia que nos azotó desde 1948 hasta 1958.

No voy a tener falsa modestia. El acto me emociona y el no poder ir hasta allá por mi prontuario médico y las prevenciones pandémicas, me sensibiliza más ese espíritu infantil que no me ha abandonado desde cuando me asomé por una ventanita de la casa donde vivía mi infancia a ver el cruento espectáculo de la guerra atroz entre “los pájaros” de El Cóndor y una sociedad tulueña aterrada, incapaz de entender hasta dónde los había llevado la estúpida polarización odiosa que los colombianos vivimos sembrando permanentemente y que por aquellos días resultó tan costosa, como nos puede resultar ahora que la están reviviendo de nuevo por seguir los caprichos vengativos de quienes no saben perder o de quienes aspiran a quedarse con todo. Desde el zoom por donde tomaré parte en el vibrante acto, responderé a ese magno gesto pastuso con una breve oración intitulada “La gratitud y la memoria: me hice maestro en la Universidad de Nariño”.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.