@eljodario
El pasado 31 de mayo el Congreso de Nicaragua, a petición del eterno presidente de ese país, el señor Ortega, dictó un decreto con fuerza de ley mediante el cual se clausuró la vigencia de la Academia Nicaragüense de la Lengua.
Probablemente como esa actuación es apenas una más de la ya crecida cadena de abusos contra la libertad de expresión y el mundo intelectual que antes bramaba por la libertad ahora se silencia. Quizás porque muchos de ellos, alegando en lo profundo de su alma que el presidente de Nicaragua es izquierdista y batalla contra el imperio yanqui y juega en el club de los eternos dictadores zurdos, no se oyen ni se oirán las voces de protesta por este crimen que le corta la lengua al pueblo nicaragüense a través del simbolismo que representa su Academia.
Pero no pueden olvidar ni unos ni otros que todo acto de censura del pensamiento hablado o escrito, venga de donde viniere, de los profundos infiernos o de la gloria consagratoria de quienes antaño fueron comunistas, o de la mano siniestra de la extrema derecha bolsonárica o putinesca, es una censura, y llena de nubarrones el porvenir del mundo que lo permite.
No se ha escuchado hasta ahora la voz enérgica de la protesta contra la infamia ni de las Academias colombianas, pero estoy seguro que superadas las barreras al menos los respetadísimos Vicente Pérez Silva y Juan Gossain, verticales académicos de la Lengua Colombiana, pondrán no solo el grito en el cielo sino que levantarán uno de sus monumentales escritos para hundir el puñal del sarcasmo en el corazón de la dictadura de Ortega.
Y no será para menos, sobre todo cuando el país avanza a pasos agigantados hacia la opción de escoger entre dos candidatos que aterrorizan con sus amenazas para socavar las libertades que hemos gozado. Tal cual lo han planteado tanto Petro y sus huestes como Rodolfo y sus virulencias tictoeskas, la libertad de expresión corre peligro de ser fusilada el 19 de junio.
Si los de Petro aterrorizan para conseguir que el resultado de las urnas prenda el mismo suiche ganen o pierdan. Si los de Rodolfo, con él a la cabeza, nos garantizan la guillotina de la dictadura anunciando que el día que se posesione declarará el estado de sitio y le impedirá al Congreso emitir leyes.
Si los de Petro enarbolan como disculpa la bandera del cambio y los de Rodolfo la necesidad de acabar con la ladronería de los políticos, es probable que ambos puedan tener razón, pero pobre país que acepta miserablemente que le mientan.
En breve, con el uno o con el otro nos cortarán la lengua como a la Academia Nicaragüense. Alistémonos.
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