6 noviembre, 2024

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Crónica # 427 de maestro Gardeazábal: Tambores de guerra

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@eljodario 

Desde la antigüedad persa, o desde los rincones tibetanos de la China, se oyeron por milenios los tambores como preludios de las guerras. Con el paso de los años terminaron siendo los orientadores de las batallas. Distintos ritmos guiaban los soldados en las formaciones.  

Había uno, reconocido por todos, para atacar y otro para comunicar la retirada. Las cornetas agudas los reemplazaron muchas veces mientras las civilizaciones fueron perfeccionando los intercambios de información entre quienes iban a la guerra y hoy solo quedan los tambores de guerra como una figura literaria que recoge los preparativos antiquísimos del ser humano para ir a las batallas mortales.  

Por estos días en Colombia estamos oyendo tambores de guerra que llaman a una feroz batalla. Ya no se usa el cuero templado en una caja hueca para redoblar encima con los palos. Estamos usando el penúltimo de los descubrimientos de la civilización, el internet y las redes, para arar el terreno donde se sembrará otra estúpida batalla entre compatriotas.  

Parecería que de nada sirve la memoria de los centenares de miles de muertos de las tantas veces que fuimos a las contiendas divididos por no ponernos de acuerdo o enfrentados por esa maldita costumbre de no saber perder.  

Cuando uno oye las declaraciones irrazonables de estudiantes no mayores de 20 años, como los de la Universidad del Valle o la Distrital, declarándose en “asamblea permanente” (algo así como huelga viva) hasta que no se elija a Gustavo Petro, resulta siendo igual a cuando uno oye a Rodolfo Hernández diciendo impúdicamente que si se posesiona el 7 de agosto declarará inmediatamente el Estado de Sitio y gobernará por decreto para no dejar sesionar a la ladronería del Congreso y obviamente, aunque no lo digan, unos y otros lo que hacen es anunciar que acallarán a la oposición que resulte oficializada en las urnas.  

Es un lenguaje amenazante que de ser verdad no lleva sino a un conflicto más. Si Petro pierde o gana, las milicias populares guiadas desde las universidades nos llevarán a la guerra para minimizar al contrario. 

El fallo de las urnas no les obliga. Si Rodolfo gana o pierde quedaría muy poco para irnos a la guerra civil divididos, como cuando comenzó la república, entre defensores y enemigos del régimen democrático parlamentario.  

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal. 

Cada día es peor y la tensión crece. Cada minuto que nos acercamos al 19 de junio es más angustiante. Nadie parece dispuesto a aceptar la derrota ni el triunfo del otro pero las amas de casa, que ya vivieron los días del paro del año pasado y no quieren repetirlos, están programando en la medida de sus bolsillos inundar desesperadamente sus despensas comprando mercado porque ya suenan los tambores de la guerra.