23 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica #405 del maestro Gardeazábal: Duro y a la cabeza

@eljodario 

Los dirigentes comunales del barrio Santa Isabel de Tuluá han insistido tercamente en que es allí, en lo que hace 34 años llamábamos “el nuevo Tuluá”, donde mi pueblo debe rendirme el homenaje por mi labor como escritor y como alcalde.  

Hace una década levantaron un busto mío en el parquecito del barrio. 11 días después de colocarlo una turbamulta de jinetes motorizados del apocalipsis tulueño enlazaron el busto y lo arrastraron por las calles de mi pueblo de novela. Con mayor terquedad, y para sacarse el clavo y pese a mi insistencia en que no deberían reconstruir lo que quedó del busto, lo volvieron a trepar al pedestal. Demoraron varios años. Pero el pasado viernes, alguien o algunos porque no hay testigos, le dieron duro y a la cabeza. Yo no lo supe sino ayer temprano cuando me llamaron de Blue Radio para preguntar mi reacción ante el episodio. Si hubiese sido en otra ciudad, podría hablarse de un acto vandálico. Pero en Tuluá esa clase de mensajes están cargados de significado y de mayúscula peligrosidad. Y si hubiera sido en otro momento de la historia hasta habría tenido explicación coherente. Pero en Tuluá del 2022, donde la extorsión galopa y ni vender huevos dejan si no se paga el peaje. En donde quien no paga la tarifa que se fija cae muerto a balazos. En ese Tuluá que se pasea por las páginas de los periódicos, la televisión, la radio y las redes como la inacabable veta de la inseguridad y la violencia, y en donde sucede lo inimaginable, el gesto tiene una simbología atronadora.  

Ojalá lo hayan hecho los vengadores de siempre por razones estrictamente parroquiales o los ultraderechistas por la blasfemia que les encierra la reaparición de mi novela “La Misa ha terminado”, sobre la Iglesia gay. Lo entendería entonces como una retaliación más de los incapaces. Pero si esa golpiza es a la libertad de expresión y lo que pretenden es acallar mis críticas contra las cooperativas de contratistas que reemplazaron los partidos políticos o trata de ser una advertencia para que cuando se elija al presidente de la república yo me esconda en las catacumbas y deje de opinar, están equivocados.  

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.

Si es así, o algo peor que no quieren permitir, les solicito públicamente a las directivas del Museo Cementerio de San Pedro en Medellín, donde me espera mi mausoleo, que vayan haciendo el hueco porque me van a enterrar muy pronto, pero de pie, para no doblar la cerviz ni después de muerto.