@eljodario
El señor Luigui Echeverry actúa muy pocas veces en público, pero se le identifica como el verdadero dueño del poder en este cuatrenio desde cuando apenas si se vislumbraba la candidatura presidencial.
Luigui es hijo del inolvidable Fabio Echeverry, un hombre que estuvo rebosante siempre de astucia y tan preciso y contundente para medir el golpe de carambola con el taco a las bolas en la mesa de billar, como para intuir las consecuencias de sus atrevidas jugadas, cualidades que lo hicieron tan respetado y poderoso. Recién comenzado el gobierno Uribe, Luigui, que ya habÃa borrado el recuerdo de haber intentado ser un rejoneador de plazas de toros, fue nombrado como delegado de Colombia en el BID mientras su padre ejercÃa de alto consejero del presidente paisa. Desde entonces Fabio Echeverry, que pertenecÃa a la vieja escuela polÃtica liberal y tenÃa ojo de águila, le montó en la carroza del BID al hijo de su antiguo amigo el exministro turbayista Iván Duque Escobar y prácticamente se lo encomendó a Luigui para que lo hiciera, lo orientara y lo metiera en los vericuetos del Washington de entonces.
A aquellas épocas se remonta la influencia y dirección tras las sombras del antiguo rejoneador en el actual mandatario de los colombianos. Quienes vivieron la campaña electoral y sobre todo el perÃodo crucial entre la elección y la posesión, dan fe de cómo se ejercÃa ese poder e influencia sobre el nuevo mandatario.
Por estos dÃas, Luigui rompió su metodologÃa y sin poseer asomos de la habilidad que su padre tenÃa para provocar tempestades, pero saberlas manejar, cometió la ligereza temperamental de enviarle una carta al director del diario El PaÃs de España protestando en tono y medida impropias de la importancia de ese periódico por la acogida que en sus páginas le daban al senador Cepeda, verdugo público, y despiadado, del expresidente Uribe y del actual gobierno.
No midió las consecuencias ni el poder del diario madrileño ni mucho menos la capacidad de retaliación que siempre han cargado los miembros de la alta sociedad española desde las épocas de Felipe II. Y como dicen en la tierra antioqueña, fue por lana y salió trasquilado. El periódico español, propiedad de los mismos dueños de Caracol Radio, no solo consiguió que el señor Echeverry rectificara sino que se ha venido con una demoledora diatriba montando un perfil, perverso y muy dañino, sobre Alvaro Uribe, sobre ese Alvaro Uribe que todos sabemos que ha sido y quien sabe si podrá seguir siéndolo, pero que visto desde la óptica de los lectores izquierdosos del diario madrileño, lo convierte en un monstruo peligroso ante el mundillo europeo.
Tamaño error el de Luigui que debe tener a su padre revolcándose en la tumba. Â

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