23 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 309 del maestro Gardeazábal: Peligroso enfrentamiento

@eljodario 

Lo que puede suceder en Cali con la presencia de la minga indígena tiene nubarrones de amenaza. El hecho de que los vecinos del Club Campestre hayan hecho correr por redes un comunicado que respira ganas de batalla por entre medio de perdigones de racismo, enfrentando al alcalde por permitir la llegada de los indígenas, es un síntoma de que la fiebre está subiendo. El hecho de que el miércoles pasado el Ministro de Defensa haya declarado en Cali que la estatua de Sebastián de Belalcázar, que ya está reparada y custodiada dentro del batallón Pichincha, será recolocado en su pedestal del barrio Arboledas, quizás por el batallón de ingenieros Codazzi y no por la alcaldía, parecería llevar implícito que, antes de la llegada de la minga, convertida en objeto provocador del pánico, la estatua reivindicada será enarbolada como muestra de poderío sobre los indígenas de parte de los blancos y de la autobautizada gente de bien. Pero si además de esos hechos significativos se agrega la reunión muy publicitada del Mindefensa con los altos mandos de la región y la gobernadora Clara Luz Roldán, pero con la ausencia muy visible dentro de ella del alcalde Jorge Iván Ospina, es de esperarse que para recibir o enfrentar la minga no solo haya disparidad de criterios sino un enfrentamiento peligroso. En otras palabras, el fantasma y el mal recuerdo de los días aciagos vividos en Cali durante abril y mayo, se reviven. La utilización política de la minga por las partes es evidente. La militarización de la ciudad aún contra el criterio del alcalde, parece inminente. Los ánimos están caldeados y aunque la gobernadora ha pedido diálogo, él no se ha dado y su presencia al lado del ministro el día que trajo soldados y policías para reforzar la vigilancia de los Juegos Panamericanos Junior que se realizan en Cali, indica que ella está al otro lado del alcalde. 

No intuimos la actitud futura del alcalde Ospina, pero si no fue capaz de saberse mostrar dueño y promotor de esos Juegos Deportivos, sino como patrocinador de la minga, nada de raro tendría que con la inteligencia que le desborda se quede mudo cuando a Cali le toque presenciar la toma de los prados de golf del Club Campestre por los indígenas del Cauca que, una vez más, demuestran su poderío y su convicción de hacerse sentir en Cali, ya no en Popayán.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.