24 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 297 del maestro Gardeazabal: Los banqueros siguen mandando

@eljodario 

El pasado 4 de noviembre se cumplieron 100 años del día en que el entonces presidente, el antioqueño Marco Fidel Suárez, se vio obligado a presentar renuncia de su cargo. Salvo la tradicional sección de El Tiempo, no hubo ningún medio que se haya interesado por contarle la historia a los colombianos de 2021. Suárez fue el último presidente que antes de ser político era escritor, gramático y maestro del idioma. Sus páginas de “Luciano Pulgar” aún le sobreviven. Cayó en desgracia porque la división conservadora entre los partidarios del general Pedro Nel Ospina y los del expresidente José Vicente Concha permitieron el crecimiento de Laureano Gómez, el joven representante a la Cámara que le hizo el debate a Suárez con su ya evidente espíritu de camorra. Todas las circunstancias mundiales posteriores a la Primera Guerra repercutieron en Colombia. Hubo una inflación desbordada y aun cuando el ministro de Hacienda fue el omnipotente Esteban Jaramillo, el más verraco de los verracos en materias económicas, la recesión fue atronadora y el colombiano del común no tuvo con qué comprar casi nada. Las huelgas entonces se vinieron una tras de la otra. Los comunistas, que estrenaban su triunfo en Rusia, las propiciaron. La rudeza derechista paisa del señor Suárez menospreciada por la oligarquía santafereña hizo el resto. Cuando los sastres protestaron porque el gobierno había preferido comprar los uniformes militares en los Estados Unidos, una descarga de fusilería ordenada por la presidencia disolvió la huelga pero mató a 18 sastres. La puñalada marranera la propiciaron los oligarcas banqueros bogotanos Alfonso López Pumarejo y Luis Samper Sordo, mandamases del poderoso Banco Mercantil, que filtraron en Nueva York un pagaré firmado por el presidente Suárez pignorando sus sueldos por 6 meses para cubrir un préstamo personal con qué pagar la vestimenta que debía usar.  

Laureano tomó la acusación señalándole de haberse vendido por un préstamo y aupó el juicio por indignidad en el ejercicio del cargo contra el gramático, estigmatizado además por ser hijo natural de una lavandera de Bello, hasta obligarlo a entregar la presidencia a don Jorge Holguín. Nadie recuerda ni esta historia ni aquellas equivocaciones de quienes nos gobernaron. 

Tal vez por ello se repiten y como no hay otro vozarrón como Laureano para evidenciar la indignidad de un presidente viajando con su familia y sus amigotes a cuenta del estado por Europa en el avión presidencial, aquí siguen mandando los banqueros.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.