19 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 261 del maestro Gardeazabal: A las puertas del caos

@eljodario 

Aunque me dicen que en Bogotá el asunto es peor y que la inseguridad se filtró por todas las hendijas de la capital del país y ni en la Casa de Nariño ni en el Palacio Liévano se han dizque dado cuenta del extremo a que han llegado las cosas, en Cali y en Medellín el asunto hay como testificarlo que va de mal en peor y la zozobra se impone.  

Lo de Bogotá no tiene nombre, aunque todos responsabilizan de la falta de visión y mando a la alcaldesa. La noción de autoridad se perdió después del paro. Como el presidente no parece gobernar sino meter la pata a diario y no es capaz de acertarle nunca a nada, la intranquilidad se ha apoderado de zonas extensas. 

Hay semáforos que infunden miedo y barrios en donde la seguridad la brindan los fantasmas. En la capital de Antioquia, en un barrio colindante entre Medellín y Bello, conocido como Girasol, sector La Maruchenga, se está repitiendo lo que ya es costumbre en casi todas las comunas altas del Valle de Aburrá. En ese sector el grupo armado “Los Peludos” ejerce de manera brutal el control de actividades lícitas e ilícitas aterrorizando a la población civil. Son ellos los que han quemado el bosque y los que lotearon lo invadido. Y como el estado no aparece, surgieron los de la banda rival, los llamados “del 12” y se repartieron el terreno. Lo peor es que es una historia que se repite en otras comunas donde el alcalde es solo pinturita. Va desde la extorsión semanal a locales comerciales y viviendas a cobros por construcción, robos, desapariciones y desplazamientos forzados, atentados, venta de drogas e instrumentalización de menores de edad desde muy niños para fines sexuales y delictivos. 

En Cali, el asunto parece peor. La ciudad se siente sin alcalde. Está en manos de quienes sobreviven o se acostumbran a vivir entre las ruinas. Las calles sin semáforos. El trasporte público traslocado. El tráfico lo dirigen bandas de muchachones que obviamente piden por dejar pasar puesto que las autoridades uniformadas se fueron a los cuarteles. Y cuando no, en plena avenida de gran circulación atraviesan una cinta amarilla y cobran peaje por permitir la circulación. Salir a la calle o montarse en el MIO o en uno de esos esos chécheres de buses que han reaparecido es a más de un riesgo una manera de confrontar la realidad de que Cali se disuelve. Y ni digan del pánico que dan los pocos semáforos que aun funcionan porque son los sitios preferidos de los asaltantes.  

En resumen en las grandes ciudades nos adentramos al caos mientras el Dr Duque manda hacer medallones y busca escritores neutrales porque como ya los alcaldes ni los generales le temen, ni le oyen ni le obedecen, es mejor sentirse presidente de Mentiritas S.A.S que de Colombia.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.