20 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica 242 del maestro Gardeazabal: Pintando las murallas

@eljodario 

En Cartagena pueden ocurrir muchas cosas. Entre su clase dirigente y los alcaldes que ha tenido basta y sobra para poder titular como chambonadas sus actuaciones, como lo hizo El Tiempo ayer.  

Pero que el Club de Pesca, el más caro de los restaurantes cartageneros, enclavado en la muralla de Manga, haya tomado la decisión arbitraria de pintar el Fuerte de San Sebastián de Pastelillo de blanco y colorinches, suena más bien a estupidez, una enfermedad que se ha regado mucho más que el Covid en Cartagena. Por supuesto en la actuación dañina entran, por acción u omisión, los mismos actores casi siempre, de la capital de Bolívar y de Bogotá, de la alcaldía de Cartagena y de la Procuraduría. Y, para hacer escándalo por lo que no es y callar con dignidad de rico de Castillo Grande, sobran heroicos ciudadanos en la urbe amurallada. Hace unos meses armaron tamaño bororó porque el carácter de Patrimonio Mundial de la Unesco dizque se iba a perder porque dejaron construir un edificio de estrato 3 en Torices, que interrumpía en algunos ángulos la visual del Castillo de San Felipe. 

El Procurador de entonces y sus subalternos unificaron criterios para elevar a la categoría de lesa humanidad el esperpento construido, llamado Aquarela, olvidando que ya lo habían terminado y entre leguleyada y leguleyada consiguieron que alguien en Bogotá o en Cartagena, ordenara derruir 120 apartamentos en una ciudad donde la clase media sufre por no tener vivienda. Exageraron diciendo que la Unesco, que seguramente ni lo ha considerado, les arrebataría el carácter de patrimonio universal. Empero se han quedado callados frente al fallo de ese organismo contra Liverpool por romper con unas bodegas para el club de futbol Everton, la unidad victoriana de los muelles históricos ingleses. 

En Cartagena Aquarela no le estorba a la Unesco, porque no rompe la unidad patrimonial de las murallas. Pero el  esperpento del Club de Pesca, pintando de colorinches sus murallas sí llegará a ser considerado como un crimen histórico y arquitectónico y si no lo remedian inmediatamente, no habrá quien ataje el fallo de la Unesco. 

Obviamente los enemigos de Aquarela y los amigos de los Quiroz en la alcaldía, los procuradores acuciosos y el benemérito alcalde Dau le echarán tierra al exabrupto que arruina las murallas porque los del Club de Pesca dicen que es una pintura antihongos y el popó de gato siempre se tapa.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.