@eljodario
Se equivocaron una vez los maltrechos antioqueños que hierven al cuestionar las actitudes del alcalde Daniel Quintero. Confundidos como están, redactaron una carta tratando de generar cohesión alrededor de la protesta y aunque pagaron sendas páginas de los diarios que todavÃa representan el poder y la han hecho circular por redes para que otros más heridos en su orgullo de paisas verracos la puedan firmar, no dejan vislumbrar ningún objetivo concreto. Ni le piden la renuncia ni lo convocan a que dé la cara en un debate amplio. Ni, a su vez, piden que la firmen para pedir su revocatoria.
Se equivocaron de entrada porque cuando se usan las cartas buscando pararles el macho a los soberbios, ellas deben ser respaldas por el nombre de quien las redacta o por quienes la firman. Y esa carta, pese a estar muy bien escrita y en ánimo presuntamente conciliatorio, al no estar respalda por los nombres de quienes la envÃan pierde efectividad, porque automáticamente hace pensar que los que deberÃan haberla firmado no lo hicieron porque, de alguna manera, están sino enquistados si al menos comprometidos con algunos de los engranajes que el alcalde Quintero ha evidenciado que ayudaron a enriquecer a un conglomerado dirigente y lo han llevado a exagerar, hasta la paranoia, que fueron ellos quienes le causaron daño a EPM, a MedellÃn y Antioquia en el inmediato pasado.
No tenÃa objeto agregante publicar el curriculum de honor de MedellÃn como recordatorio a los que no la hemos firmado, cuando a quien va dirigida lo sobrepasan en cada curva de su quehacer el fastidio por la autorÃa o la validez de quienes ayudaron a hacer glorioso y reconocido a MedellÃn. DeberÃan era haber descrito los tejemanejes politiqueros que Quintero ha decidido usar burdamente y sin disimulos buscando obviamente tener un ejército de defensores adscritos, más por devengar que por lealtad a una ideologÃa, la que suena a perturbador marxismo trasnochado o a revaluada lucha de clases.
Los errores en que ha caÃdo el alcalde Quintero pueden ser condenables si se definiera cierta y públicamente su personalidad y se argumentara hasta qué punto usa la soberbia como los médicos usaban el fonendoscopio.
Pero mientras se siga creyendo que él es similar en actitudes y pensamientos a los que firman anónimamente la carta, la batalla está perdida y MedellÃn va a quedar jodida.

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