@eljodario
El hecho de que tanto el presidente de los Estados Unidos como el de Brasil hayan establecido una apuesta pública a usar como arma de combate contra el corona virus la mezcla de hidrocloroquina y azitromicina, y resulten a la larga vencedores debería obligar al mundo a plantearle a los titubeantes de las OMS y en especial a los médicos de todo el mundo sino un juicio de responsabilidades si al menos una actitud más humana y con menos rigor científico.
El que Bolsonaro hubiese sido declarado como positivo en el examen de corona virus y comunicara a sus gobernados y al mundo que se sometería al tratamiento con esos dos medicamentos y 15 días después se haya presentado como negativo pero con un residuo de infección pulmonar, debería ser el caballo de batalla de la humanidad contra la rigurosidad de un cuerpo médico que se negó sistemáticamente a emplear métodos para atajar la peste y estigmatizó toda pretensión de usar medicamentos que en el desespero otros médicos menos dogmáticos ensayaron como herramienta antiviral.
Si Trump dijo una y otra vez, en su calidad de presidente de los Estados Unidos y de ser humano radical y poco culto que él estaba tomando como preventivo la hidrocloroquina y se sintió tan seguro que hasta se negó a usar el tapabocas recomendado por sirios y troyanos, sería motivo para al menos una reflexión de los ortodoxos de bata blanca que no permiten que los pacientes se declaren en contra de sus verdades esculpidas en piedra. Pero ni lo uno ni lo otro. Ni Bolsonaro ni Trump han salido a cobrar por ventanilla. El gringo lo único que ha hecho es enviarle millones de pastillas del antipalúdico al Brasil y el carioca, ante la avalancha de muertos que tiene ya (más de 100 mil), apenas si se muestra como el superhombre dada su ideología.
Los demás humanos que hemos presenciado a distancia el experimento y sabemos medir el silencio de los galenos frente a esos dos casos apenas si alcanzamos a registrar la sospecha de que la metodología empleada por los médicos para atajar la peste no ha sido tan eficaz como los tratamientos caseros con que la gente maneja los primeros síntomas una gripa. Si no que le pregunten a las EPS en Colombia, donde a más de la prima millonaria recibida por el estado por cada paciente internado por covid, tienen a millones esperando turno para hacerse la prueba o encerrados en sus casas tratando de no agravarse con los menjurjes que no quisieron oficializar como válidos pero conseguidos casi siempre en el mercado oscuro gracias a la habilidad de los colombianos.
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