25 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 142 del enchuspado maestro Gardeazábal: Si Otto Morales viviera

@eljodario 

Cuánta falta le hace a Colombia en estos momentos un hombre con la claridad histórica de Otto Morales Benítez.  

Por estos días lo están recordando sus idólatras de Riosucio, los que aprendieron la historia de la patria y la de la jurisprudencia colombiana en su poco más de 100 libros que escribió. Pero sobre todo somos un grupo ya menguado de colombianos que sobrevivimos de los tiempos en los cuales actuó y lo añoramos como solución al túnel donde nos están metiendo estúpidamente el afán de venganza y la sed de poder. 

Todavía resuenan sus palabras cuando hubo de retirarse de presidente de la primera comisión de paz que se montara en Colombia para buscar una desviación del nuevo conflicto que venía creciendo. 

“Me retiro, dijo, porque no puedo luchar contra los enemigos soterrados de la paz”. A los otros los enfrentaba. Como habría que hacerlo hoy con guadaña medioeval ante el creciente y peligrosísimo ánimo con que los amigos de Alvaro Uribe están esgrimiendo su defensa o como sus enemigos están preparando a ojos vista la toma definitiva del poder. 

Para ninguno de los dos bandos las elecciones son suficientes. Muchos menos la derrota o la victoria democrática en las urnas. Todos quieren atajarse unos a otros repitiendo la triste historia de este país, que, como España, no ha cansado de ir de guerra en guerra o como llaman ahora, de conflicto en conflicto. 

Impedir la paz atacando a los que la negociaron o reviviendo el juicio a las actuaciones de quienes no quisieron acompañar las negociaciones, es un camino no solo equivocado sino tremendamente peligroso. 

En un momento en que todos deberíamos estando siendo convocados para trabajar mancomunadamente para salir adelante ante la hecatombe económica en que nos va a dejar la pandemia, cada quien quiere hacer saber su opinión sobre la batalla que se libra ante los tribunales o la que se desea destapar en las nuevas jurisdicciones. 

Los unos se alientan con los movimientos maquiavélicos de los otros y como no hay ni árbitro ni bombero al mando para contenerlos, nos precipitamos al vacío. 

Parar estas hemorragias verbales y judiciales fue labor de Otto Morales Benítez, cuyo centenario de nacimiento se cumplió el pasado 7 de agosto. 

Para él primero estaba la generosidad que la victoria o la derrota. Para él la patria no era una entelequia verbal, era un edificio que ladrillo a ladrillo, reemplazando el cemento por la sangre derramada, habíamos construido y a todos nos dolía. Hoy la patria no parece conmover a nadie, cada quien quiere estar en el bando de los triunfadores para arrasar al contendor o irse desde ya al de los vencidos y alimentar desde allá sibilinamente la venganza.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal