28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 133 de enchuspado maestro Gardeazábal: Les da culillo

@eljodario 

Desde cuando el presidente Santos comenzó sus negociaciones de paz, hemos oído al expresidente Uribe y a sus partidarios criticando el proceso por múltiples razones, algunas tan lógicas como otras desilusionantes. 

Cuando se firmó el Acuerdo de La Habana, y se sometió a plebiscito, el uribismo, fiel a las consignas de su jefe, hizo campaña por el NO y lo lograron por una ventaja tan mínima que hasta ellos mismos terminaron aceptando una negociación de reajuste más equivocada que transacional. 

Cuando ganaron las elecciones presidenciales hace dos años, el tono de apoyo gubernamental a lo firmado cambió disimulada pero rotundamente. 

Las batallas jurídicas y mediáticas contra la JEP así lo confirman. Pero cuando eso pasó, en La Habana estaban reunidos los negociadores del anterior gobierno y los de la guerrilla del ELN, conversando sobre fórmulas para firmar otro acuerdo de paz, parecido, igual o distinto al que se había hecho con las Farc.  

La determinación presidencial fue correrse de la mesa, hasta salirse del todo y llevar a la categoría de desprecio diplomático lo pactado con los países garantes y como era necesario dar una muestra de poderío, terminaron solicitándole innecesariamente a Cuba que les entregara para ser juzgados en Colombia a los negociadores elenos que se habían quedado en ese país. 

Ahora se están dando cuenta, como van las cosas, que esa determinación fue equivocada y que lo que hicieron en realidad fue perder la oportunidad de demostrarles al país y al mundo que el gobierno uribista sabía cómo hacer una paz justa, equilibrada y sobre todo donde no se hiciera nada secreto y por ende no fuera ni exclusiva ni excluyente.  

Si lo hubiesen pensado así, hoy tendrían un arma política nacional e internacional, aunque no hubiesen llegado a firmar ningún acuerdo. Les estarían demostrando a Santos y a su gente y sobre todo al mundo que los uribistas eran más acertados y consecuentes a la hora de usar la generosidad como herramienta de pacificación. Prefirieron la agresividad. 

Devolverse por el camino recorrido no es ni imposible ni criticable. Rehacer las conversaciones con los elenos, teniendo unos negociadores de confianza del régimen, capaces de mostrar el futuro de la Colombia que sobrevivirá a la pandemia y a la crisis económica mundial, es muy fácil. Hacer las paces con Cuba sin tener que traer sus brigadas de salud y usar de nuevo a La Habana, tampoco es imposible así Trump se enoje. 

Finalmente, el 3 de noviembre pueden sacar al gringo del ring. Pero parece que a los uribistas que manejan el asunto les da culillo reconocer públicamente su reculada o, lo que es peor, temen que Trump sea capaz de remontar. 

Lástima, es el momento preciso.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal