28 marzo, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica #130 del enchuspado maestro Gardeazábal: Los gordos, la virgen y los cubanos

@eljodario

Tantos días de pandemia están volviendo a muchos compatriotas cómplices de las reacciones histéricas.

La primera fue la alcaldesa Claudia López quien obedeciendo a un análisis simple de las estadísticas de muertos por covid decretó de manera precipitada, pero muy propio de sus actuaciones histriónicas, el confinamiento riguroso para los gordos, los diabéticos y los hipertensos de Bogotá que pueden sumar más de 3.6 millones de habitantes según los estudios de la U del Rosario y Sispro.

Damos por seguro que como ella lleva remolcado desde hace rato al director del magazín de tv de las 6 de la tarde, de aquí a mañana mandarán a 9.350.000 gordos, a 3.600.000 hipertensos y a 4.500.000 diabéticos, que dicen las mismas encuestas que existen en Colombia, a que guarden un confinamiento como el que nos tienen obligados a los 3.650.000 viejitos mayores de 70 años. En palabras más certeras, el 48 % de la población colombiana, escogida por sus morbilidades puede quedar de nuevo estigmatizada y afrontando la cuarentena cubierta tan solo por el pánico que ha generado el miedo inducido con el corona virus.

Mientras tanto, nadie le sigue la pista al riguroso y científico tratamiento que ha venido haciendo el médico Jimeno en Cali a casi 200 de sus pacientes pringados por el corona dándoles, desde los tres primeros días de síntomas, un coctel de azitromicina, ivermectina y anticoagulante en dosis muy específicas, y hasta ahora no se le ha muerto el primero. Y como los científicos de aquí y del más allá no han encontrado el antídoto para mermar este derrumbe que nos consume, la histeria se va apoderando de todos y de todo.

La prueba de que la histeria es contagiosa la dieron un par de fréneticos defensores del estado laico que lograron que juez por medio de tutela obligara al director del magazín de televisión referido a que no mencione a la Virgen de los dominicos, venerada en su santuario de Boyacá, y a quien él en más de una ocasión le ha encomendado, como cualquier virrey del siglo 17, la solución al macho lío en que está metido el país.

Exageran todos con su histeria, los laicos y el juez. Y ni qué decir de la batahola, con arrancada de moña y pataleta, de los uribistas que consideran un delito de traición a la patria que el alcalde de Medellín le haya pedido a las brigadas médicas cubanas (que ya estuvieron en Italia en esta pandemia) que le ayuden a manejar los enfermos que cada día crecen más y más en la ciudad donde nos había convencido que con una app evitaba el virus.

La histeria que produce el veto eterno al castrismo, el repudio a los jefes del ELN que se quedaron allá y el pánico a ser contaminados ideológicamente los lleva a ridiculizar la medicina cubana y a un chauvinismo enfermizo. Calma, calma, que la mar está brava y el buque tras de que no tiene timonel lo pueden volcar ustedes con tanto alboroto.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.