@eljodario
Igual a como Manu Chao advierte en su canción que llegó el comandante y mandó callar, hoy, cuando ponemos fin a las crónicas del 2025, tenemos que admitir tanto los de mi generación de 1945 como los brincones de los tiempos de las pantallitas y el dedo pulgar, que este año no podrá olvidarse por qué fue el tiempo en que la llegada de la IA, mal llamada Inteligencia Artificial, se volvió arrolladora.
Todos los días nos damos cuenta de que ese monstruo informe hace de todo y, como tal, está acabando con profesiones y empleos, oficios y tradiciones. Y lo que es peor, nos convoca a marchar precipitadamente para que engrosemos la gran masa cómoda que nos dejará no solo mucho más tiempo libre, sino que nos incitará a la pereza tanto física como intelectual.
Para viejos escritores y lectores como yo, el apabullante destripamiento que estamos viendo que sufren las bibliotecas, a las cuales ya no tenemos que ir a consultar porque la IA busca, lee e interpreta por nosotros, resulta tan abrumador que me ha hecho sentir como si fuese un dinosaurio que me apareciera en el parque Boyacá de mi pueblo.
Para los adictos a la pantallita, que aprendieron primero a usar el dedo pulgar y a no mirar el televisor, la IA no es solo el padre sustituto sino el maestro inútil y, lo que quizás sea más doloroso: es la herramienta con la que se puede llegar a la satisfacción total y hacernos sentir capaces de no hacer nada, o de imaginarse lo imposible.
Como los vejetes que sobrevivimos cada vez seremos menos y no estamos en condiciones de montarnos del todo en la carroza de la IA y en las pantallitas, el mundo corre el riesgo de cambiar las clases sociales por los grupos significativos de los capacitados para entender y aprovechar la IA y sus algoritmos y, por el otro lado, los inhabilitados por cuna, formación o nivel económico para montarse en el aparato veloz que llevará al mundo mucho más adelante.
Sin embargo, seremos todos esclavos, ya sea del vértigo de la IA o subyugados a quienes la manejen, controlen y aceleren.
NOTA: estas crónicas, a punto de volverse anticuadas, se van de vacaciones hasta el 13 de enero. Felices fiestas.
Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal
https://www.spreaker.com/episode/llego-la-ia-y-mando-callar-cronica-1270-de-gardeazabal–69165345


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