Trump dijo el lunes pasado que Colombia tiene… fábricas de cocaína, donde fabrican cocaína. Y cuando le preguntaron si ¿derribaría esas fábricas? respondió categórico que estaría orgulloso de hacerlo, personalmente. Hablaba sobre su batalla con Venezuela y las ganas que tiene de perseguir narcotraficantes en México y Colombia.
Aunque con él no se sabe a ciencia cierta para donde quiere llevar todo este tropel, no deja de ser preocupante que tenga en mente venir a Colombia a destruir laboratorios de procesamiento de cocaína.
En primer lugar, porque sería una intromisión indebida en el ordenamiento de seguridad de Colombia y en segundo término porque existen 7 bases militares en el país donde hay asentamientos combinados de tropas norteamericanas con las nacionales.
En tercer lugar, porque así como ahora los gringos acribillan lanchas que ellos dicen van cargadas de una tonelada de cocaína a lo máximo, bien podrían bombardear los hechizos campamentos de los 28 ejércitos de los traquetos que cuidan las 300 mil hectáreas sembradas de coca y presentarlos como trofeo de guerra, independiente de a cuantos colombianos maten en la operación.
Y si el gobierno Petro al ordenar el bombardeo de los campamentos de Mordisco no se paró en pelitos para acribillar a los menores que han sido reclutados por esos traquetos, menos que Trump y su posudo Secretario de Guerra va a ponerse con escrúpulos y ametrallará desde el aire lo que sea. Colombia quizás hace cola para ser manoseada. Y en palabras que solo los que hemos vivido en el campo y más de una vez hemos tenido que salir a salvaguardarnos podremos repetir entre asombrados y afligidos, “ahora sí se nos vino la guerra”.
NOTA: estas crónicas no podrán aparecer los próximos días porque ingreso a un procedimiento clínico inhabilitante. Gracias.
Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal
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