3 octubre, 2025

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Crónica # 1223 del maestro Gardeazábal: Los bisnietos del invasor

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Gardeazabal

@eljodario

Como he entrado lúcido en el período de la existencia humana cuando se cruzan los recuerdos y se cuadran el deber y el haber de los afectos como en los antiguos libros de contabilidad, cada nueva palada sobre la tumba de alguno de mis contemporáneos es una remembranza de mitos y verdades que aceptamos como sellos indelebles durante la formación.

Esta semana, cuando me dijeron que Guido Gómez Angel, el abogado profesor de derecho de la Santiago, el eterno litigante en favor de los indígenas y los desfavorecidos, había muerto, reconstruí velozmente una historia que comienza con el primer Gómez que llegó a Tuluá como vencedor de la Guerra de los Mil Dias y del brazo punitivo del general Henao se hizo a las tierras de los vencidos y mi pueblo chísmico lo llamó “el invasor”.

De su descendencia, la gran mayoría paupérrima, conocí a Tomás Cipriano, que era el portero de la alcaldía pero que había casado con una señora demasiado blanca y elegante, venida de Manizales y seguramente con una escarcela con monedas para alcanzar a comprar el mercado semanal.

Dos médicos, uno siquiatra y otro otorrino y dos abogados y un cura rector del Seminario terminaron siendo sus hijos, criados con la mano dura de la manizalita y educados arañando ahorros. Siempre dijimos que eran los nietos del invasor, pero nunca supimos porque eran tan inteligentes, tan aguerridos y habían llegado tan lejos en la vida.

Guido era heredero del espíritu revolucionario de su antepasado y hasta se le acusó de ser el primer estudiante de la Nacional que lanzaba una bomba molotov contra un carro en movimiento.

Brillante para expresarse en lenguaje popular tanto como exégetas del hablar castizo resultaron ser el cura y el otorrino. Al emprender su educación se fueron de Tuluá y apenas en las curvas de la vida los recordamos quienes todavía sobrevivimos.

De ellos queda Diego, afincado en Sevilla, casado con la condesa de Osborne, honrado como médico del rey y ejerciendo de miembro de la Academia Hispanoamericana de Cádiz.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.