18 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 120 del enchuspado maestro Gardeazábal: Poder resistir

@eljodario @IvanDuque @Minsalud

Hoy se cumplen 4 meses desde cuando nos enchusparon.

Ayer, al tiempo que ya casi llegamos a los 300 muertos diarios, y más por quedar bien ante el Tribunal y no ser acusados de desacato, el asustador ministro de salud dijo en el magazín de tv de las 6 de la tarde que los viejitos estábamos autorizados a salir dos horas diarias a hacer ejercicio y, como si nada, a ser igualados en el trato a los demás colombianos sometidos desde el pasado día 15 a la enésima prolongación de la cuarentena.

Por supuesto no dijeron cuál decreto o protocolo habían emitido al respecto porque de hacerlo les tocaría admitir oficial y públicamente que mientras no sea fallada la impugnación que presentaron contra la tutela que perdieron con mis cándidos congéneres, el mandato del juez que la emitió está vigente y, como tal debe suprimirse la abusiva discriminación contra todos los mayores de 70 años.

Entre tanto, y leyendo sobre las líneas, actuemos con libertad adoptando las medidas y el régimen que nuestra edad, nuestra salud y nuestra experiencia nos permiten escoger como las más convenientes. Y a resistir hasta que a alguien se le ocurra garantizar que la curación contra el corona virus existe en la ivermectina, el rendasivir, la hidrocoloroquina o el fenofibrato israelí o en lo que sea.

Resistir es saber esperar. Resistir es resignarse a los cambios que ahora nos ha tocado asimilar a la brava como lo sucedido con la milenaria costumbre de los funerales de que hablábamos ayer. Resistir es adaptarse a entender todo lo que nos están cambiando y lo que puede uno desde ya imaginarse que va a modificarse. Con que solo pensáramos en cuál va a ser el ritmo y el estilo que tendrán las navidades de este 2020, tenemos para rato.

Como no vamos a tener dinero, los regalos pueden desparecer y detrás de ellos los moños multicolores y hasta los árboles de navidad, sus luces y sus bolas brillantes. Sus anchetas. De pronto renacerán los pesebres, pero sin el tumulto ni la esperanza de las novenas. Quizás en vez de gastar en regalos, lo hagamos en la parranda, a la que no somos esquivos los colombianos cuando llegan los días tristes y malos.

Muy probablemente entonces matemos la tusa, la pena y la peladez bebiendo un poco más, pero en el calor del hogar. No habrá alborada paisa ni Feria de Cali ni de Manizales. Las verbenas populares en las barriadas de Medellín y Cartagena, se espantarán.

Pero como la idea es llegar al 31 de diciembre haciéndole quites a la peste, la borrachera de ese día tal vez sea la más grande que el mundo entero se habrá pegado.

Especulemos sobre en cuál país o continente se beberá más ese día. Y como ya ni llorar nos dejan al menos digamos que resistimos.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.