@eljodario
Por esas coincidencias de la vida, el mismo día que me hicieron llegar la reedición # 13 de EL ULTIMO GAMONAL, mi tantas veces estudiada novela, me senté a ver en Netflix la versión cinematográfica de la inmortal novela de Juan Rulfo, PEDRO PÁRAMO.
Recordé entonces mis diálogos nocturnos con el novelista mexicano cuando atendió mi invitación y lo traje a Cali y Medellín con el patrocinio de Jorge Valencia Jaramilo, entonces alcalde de la capital antioqueña. Con Rulfo había que conversar de noche, yo diría mejor, toda la noche. Tenía pánico de que un aneurisma diagnosticado muchos años atrás se le reventara si claudicaba en la vela y mataba las horas oscuras conversando. Lo hicimos por tres noches seguidas en el Inter de Cali y en el Amarú de Medellín.
Hablamos entonces de los caciques y de los cristeros mexicanos y del poder transformador que han tenido en la vida latinoamericana los curas y los gamonales. El habló del suyo y yo me explayé en el mío, don Leonardo, el atronador gamonal de Trujillo sobre el que hice mi novela.
Cada quien tenía su versión de aquellos dominios pueblerinos y advertimos coincidencias y brutales diferencias. La película de Netflix es muy bien lograda, y resume con finura los elementos constitutivos del cacique mexicano. Con dificultades sonoras (que superan con subtítulos en español) son dos horas largas de diálogos entre muertos recordando a Comala y a Pedro Páramo y aunque los muertos no hablan, uno los ve y los oye hablar toda la película gracias a la habilidad de Prieto, el director, y a la escogencia de los momentos cinematográficos del texto novelado.
No me atrevo a pensar qué diría Rulfo, tan reservado en su lenguaje, frente a esta reinterpretación que le hace el cine a la novela que cuidó y engrandeció con su silencio cuando después de ella no volvió a escribir otra narración ni a publicar algo más. Pero me asalta una duda que no resolvimos en aquellos diálogos: ¿serán eternos los gamonales, como el suyo de Comala o el mío de Trujillo?
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