24 abril, 2024

Primicias de la política, empresariales y de la farandula

Crónica # 1 del maestro Gardeazabal: La era del aburrimiento

@eljodario

Hoy comienza un momento histórico en la vida de este país, y quizás del mundo, que muy probablemente los que hagan la narración del mismo llamarán “período del aburrimiento”.

Como se fracasó con la aplicación de métodos medioevales para atajar la peste. Como no se permitió que se masificara el uso de medicamentos como los antipalúdicos, anticoagulantes y antibióticos o antivirales que algunos médicos atrevidos han recetado para no dejar avanzar el virus en los primeros días de sintomatología, pero en cambio sí se hizo una abrumadora campaña de terror para conseguir por la vía del miedo la implantación de un régimen de restricciones, y sobre todo la esperanza de una vacuna, la vida se nos fue volviendo aburrida sin que nos diéramos cuenta.

El hecho de que a los estadios no pudo volverse, ni se volverá hasta que no se pierda una buena dosis del empanicamiento administrado oral y visualmente a la humanidad. El que de la misma manera los grandes espectáculos, que reunían multitudes a cielo abierto o en gigantescos espacios cerrados hayan sido desechados de la programación de divertimentos que desde las épocas romanas los dueños del poder y del dinero se han inventado para entretener las masas que gobiernan o explotan. Pero sobre todo porque el marco en el cual se movían las relaciones humanas ha quedado patas arriba y mientras nos adaptamos o inventamos otro, o nos lo imponen, el pasar del tiempo va a ser aburridorsísimo.

Pensemos no más en lo que han quedado convertidos el baile o el beso, dos rutinas que los seres humanos fuimos volviendo desde hace milenios la expresión del sentimiento de nuestros cuerpos. Bailar al estilo que se usaba cuando nací, es decir con parejas cogidas de las manos y apretaditos y al mismo tiempo que otras muchas parejas, es correr riesgo infinito de contagio.

Hacerlo al estilo que los muchachos de ahora bailaban, sueltos pero apuñuscados, frotándose sus sudores con alaridos en lugares cerrados llenos de humo, lo acaban de demostrar en una discoteca de Lima, es fuente de contagio seguro. Y ni qué decir del beso. Le cogimos tirria a darnos las manos y nos están obligando muy mariconamente (y lo digo yo) a reemplazarlo por el toque de codos. Por consiguiente el abrazo que precede al beso, también asusta porque contagia y si caemos en la delicia de besarnos en la boca, labios y lengua incluida, solo nos lo permitirán con la pareja de siempre o con quien exhiba el certificado negativo de covid hecho en las últimas 48 horas.

No entro en detalles de quienes dan besos más abajo o de quienes reciben contraprestación monetaria por hacerlo.

Volvimos el sexo una ruleta rusa y las ganas de hacer el amor una enfermedad mental. No lo neguemos. Por donde lo miremos, hoy 1 de septiembre, entramos oficialmente a la era del aburrimiento.

Escuche al maestro Gustavo Alvarez Gardeazábal.