16 octubre, 2025

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Crítico literario de El País, consagra al PAPAGAYO de Gardeazabal

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@eljodario

Por Rafael Araujo 

Es una novela lúcida y provocadora, cargada de memoria y desparpajo donde drama y humor se entrelazan EL PAPAGAYO TOCABA VIOLÍN.

En El papagayo tocaba violín, Gustavo Álvarez Gardeazábal nos entrega, a sus ochenta años, una obra que no solo celebra su madurez literaria, sino que también se convierte en un guiño autobiográfico tan íntimo como irreverente.

El propio autor lo confiesa: “Esta novela debió haber sido mi autobiografía. Terminé construyendo con los mismos elementos de mi vida un portal rococó, expresión veraz del gocetas irredento que siempre fui”.

Esa frase lo resume todo: estamos ante un texto cargado de memoria y desparpajo, escrito con la libertad del que ya no le debe nada a nadie.

Desde 1965, Gardeazábal ha sido una de las voces más lúcidas y provocadoras de la literatura colombiana, y esta novela lo confirma una vez más. Su estilo directo y crítico, agudo en su visión de la realidad nacional, se despliega ahora en una saga familiar rebosante de secretos, escándalos, poder y tradición.

Una historia donde el drama y el humor se entrelazan para revelar no solo las tensiones de una familia marcada por el linaje, sino también las contradicciones del país mismo.

Un país que todavía no ha salido de la colada de arroz que el abuelo llevaba para que el niño no vomitara porque no resistía la leche materna, ni de la muerte violenta de Alfonso Santacoloma y que todavía le reza al Señor Caído para que detenga la violencia.

El papagayo tocaba violín no es solo una novela inédita; es un retrato barroco y exuberante del espíritu de su autor: un cronista sin filtro, un escritor libre, un ‘gocetas irredento’ que se atreve, incluso en la ficción, a mirar de frente su propia leyenda.

Sobremesa: Te vas a reír bastante.