La expresidenta de Argentina está investigada por el reparto presuntamente discrecional de la obra pública durante su gobierno
Por Enric González
El País de Madrid
Cristina Fernández de Kirchner se sentó al fin en el banquillo. Era la imagen que llevaban años deseando tanto el gobierno de Mauricio Macri como la Argentina antiperonista. El momento, sin embargo, resultó relativamente anticlimático: no hubo multitudes arropando a la expresidenta a las puertas del tribunal, porque ella rogó que nadie acudiera, y una vez en la sala se sentó al fondo, lejos de los otros acusados. Kirchner es acusada de formar parte de una asociación ilícita dirigida a conceder obra pública al empresario Lázaro Báez.(foto y video en el texto).
En Comodoro Py, frente a la sede del tribunal, había más prensa que manifestantes. Cristina Kirchner pidió en la noche del lunes, a través de su cuenta de Twitter, que sus simpatizantes no acudieran. Y no acudieron. No se repitió la gran protesta de 2016, cuando fue a declarar por primera vez. Solo un puñado de kirchneristas se alinearon junto a la entrada que embocó el vehículo de la expresidenta, y actual candidata a la vicepresidencia, para formar un pasillo humano de aplausos y vítores. “Si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a armar”, cantaban. (Lea el informe).
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