
Por Gerardo Emilio Duque Gutiérrez
Dice AMARTYA SEN economista hindú “Una persona que ha tenido una vida desdichada con muy pocas oportunidades y con poca esperanza se puede conformar más fácilmente que otras personas que han crecido con condiciones más optimas”.
La única circunstancia que para muchos desdichados constituye satisfacción es la desdicha de los demás. El dolor ajeno se ha convertido en fuente de placer de otros quienes celebran en silencio la tragedia de los demás sin haber protagonizado para nada en ese infortunio. Es tan poco lo que para mucha gente significa alegría que la sola posibilidad de sobrevivir se convierte en satisfacción dentro del concepto de su existencia.
No tiene sentido estar sin razón espiritual alguna que anime nuestro ímpetu de vida, no somos seres irracionales sometidos a un ciclo biológico y cronológico de principio a fin de que apenas reacciona a los impulsos instintivos naturales. No cabe la menor duda que una de las mayores angustias del hombre la constituye la imposibilidad de cumplir las necesidades básicas, en consecuencia, las angustias son de orden económico, son materiales, se puede aseverar que la imposibilidad de comportarse en la sociedad de consumo a través de la adquisición de bienes básicos es una causa de infelicidad.
La Economía del bienestar que desarrolla el teorema sobre si se puede ser ético cuando las privaciones de todo orden marcan en el destino de los hombres sus afugias y tristezas que limitan su condición de ciudadano sin acceso a las posibilidades de vida que no son más que imposibilidades económicas, uno de los factores que genera la crisis de la felicidad.
El grado de felicidad refleja lo que una persona puede esperar en un orden social excluyente y alienable y existe en consecuencia crisis que conlleva a la tristeza, la depresión como otro de los grandes problemas de la comunidad y una sociedad triste genera no solamente sentimientos de amargura y frustración, sino que además desencadena en actividades que trascienden ocasionando tragedia, dolor y desolación.
El empobrecimiento de la economía del bienestar como el resultado del distanciamiento entre la ética y la economía ha abierto la brecha entre ricos y pobres porque los resultados de orden económico están por encima del orden ético, moral y social.
Se sostiene que no es necesario prestarle mucha atención al tema de la ética si es realmente cierto que las condiciones éticas no afectan el comportamiento real de las personas cuando la ausencia de esta economía del bienestar les transforma completamente su escala de valores.
El concepto de libertad queda totalmente disuelto cuando ella es únicamente retórica, se disfruta de la libertad cuando la atención por el bienestar fisiológico y humano permiten la concepción de la misma y su contenido filosófico, cultural y material. La percepción en verdadera dimensión de una libertad sin el esclavismo del hambre, la miseria y la desolación.
La economía de la libertad y la felicidad consiste en la democratización del ingreso o por lo menos en lograr el ingreso al ingreso porque el individuo es libre y feliz, en la medida que planea que puede ascender a una renta producto de una actividad, de un subsidio o cualquier aporte económico institucional, social que garantice el ejercicio pleno de su condición de hombre libre y feliz.
La falta de libertad no es simplemente el concepto de la existencia del cautiverio, esta propuesta simplista y demagógica de hacer creer que los súbditos que ambulan por las calles totalmente ociosos y desesperados son libres. Igual que la libertad que se tiene para dormir debajo de los puentes, para ser trashumantes del destierro, la libertad para maldecir, para salir del país y la libertad de suicidarse cuando quiera.
La ética del estado frente al tratamiento de los gobernados es conformista al considerarse solo responsable de la tutela de algunos derechos conseguidos con su propia lucha por la sobrevivencia.
El individuo olvidado socialmente desplaza el concepto ético para lograr la posibilidad de mantenerse en el medio desatendiendo sus postulados morales porque ellos son un obstáculo para salir adelante.
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